9/01/2020, 18:32
Todo pasó muy rápido, en un abrir y cerrar de ojos. Daigo avanzó un paso, atravesando el umbral de la puerta, pero quedándose ahí. Tomizawa Masahiro se hizo a un lado, pero tampoco hizo nada por ayudar a su compañera —o esclava, más bien— en la captura de la fugitiva. Y la Esclava avanzó tres zancadas rápidas antes de levantar una mano en dirección a Kasaru, con todos los dedos salvo el pulgar apuntando en su dirección, en vertical.
Kasaru cayó al suelo como un fardo inerte. La sangre salpicó la arena, despedida desde su espalda. Así de fácil, así de sencillo. La Esclava había levantado cuatro dedos, y de ellos habían salido propulsados cuatro balas de hueso.
Daigo oyó un chillido horrible a su espalda. De la abuela. O de la nieta. Seguramente de ambas al mismo tiempo. A un lado, el hombre con cara de comadreja seguía luchando por salir de las arenas movedizas. Y, al frente, Kasaru se arrastraba en el suelo, incapaz de rendirse. La mano izquierda adelante, el pie derecho propulsándola. La mano izquierda adelante, el pie derecho haciendo fuerza… Medio metro. Otro medio. Buscando la salvación que suponía su dromedario.
La Esclava le dejó saborear la miel, pero no más. Ante la mirada atónita de unos cuantos, se llevó una mano a la nuca y…
Bueno, ¿cómo decirlo? Lo más suave sería describir que tomó la primera de las vértebras torácicas, perforando la piel, y que luego… Y que luego se arrancó la jodida columna. Así de irreal, y así de real al mismo tiempo. Daigo lo pudo ver en primera plana, pues se encontraba literalmente a su espalda. Se arrancó la jodida columna y la usó de látigo, haciéndola restallar contra la espalda de Kasaru como si los papeles se hubiesen invertido y la esclava fuese otra.
Arrancó un quejido de dolor inhumano en la madre. Gura escapó corriendo de los brazos de su abuela y esta a duras penas pudo retenerla en la puerta, chillando ambas palabras inteligibles entre lloros y llantos.
Fue en ese momento que la Esclava lanzó un nuevo latigazo, pero esta vez para aprisionar el cuerpo de la criminal y arrastrarla hacia ella como a un perro. No, no como a un perro, porque eso hubiese requerido de más tacto, de más humanidad. Lo que hizo fue, más bien, tirar de ella como una bolsa de basura maloliente de la que te quieres deshacer cuanto antes.
—Noquéala y espósala. Ya hemos perdido suficiente tiempo —ordenó Masahiro.
¡Pampampampam!
Kasaru cayó al suelo como un fardo inerte. La sangre salpicó la arena, despedida desde su espalda. Así de fácil, así de sencillo. La Esclava había levantado cuatro dedos, y de ellos habían salido propulsados cuatro balas de hueso.
Daigo oyó un chillido horrible a su espalda. De la abuela. O de la nieta. Seguramente de ambas al mismo tiempo. A un lado, el hombre con cara de comadreja seguía luchando por salir de las arenas movedizas. Y, al frente, Kasaru se arrastraba en el suelo, incapaz de rendirse. La mano izquierda adelante, el pie derecho propulsándola. La mano izquierda adelante, el pie derecho haciendo fuerza… Medio metro. Otro medio. Buscando la salvación que suponía su dromedario.
La Esclava le dejó saborear la miel, pero no más. Ante la mirada atónita de unos cuantos, se llevó una mano a la nuca y…
Bueno, ¿cómo decirlo? Lo más suave sería describir que tomó la primera de las vértebras torácicas, perforando la piel, y que luego… Y que luego se arrancó la jodida columna. Así de irreal, y así de real al mismo tiempo. Daigo lo pudo ver en primera plana, pues se encontraba literalmente a su espalda. Se arrancó la jodida columna y la usó de látigo, haciéndola restallar contra la espalda de Kasaru como si los papeles se hubiesen invertido y la esclava fuese otra.
Arrancó un quejido de dolor inhumano en la madre. Gura escapó corriendo de los brazos de su abuela y esta a duras penas pudo retenerla en la puerta, chillando ambas palabras inteligibles entre lloros y llantos.
Fue en ese momento que la Esclava lanzó un nuevo latigazo, pero esta vez para aprisionar el cuerpo de la criminal y arrastrarla hacia ella como a un perro. No, no como a un perro, porque eso hubiese requerido de más tacto, de más humanidad. Lo que hizo fue, más bien, tirar de ella como una bolsa de basura maloliente de la que te quieres deshacer cuanto antes.
—Noquéala y espósala. Ya hemos perdido suficiente tiempo —ordenó Masahiro.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado