14/01/2020, 04:37
De pronto, todo dio vueltas a su alrededor. El mundo se convirtió en una vorágine sinsentido, oscura y manchada de rojo, y cuando se dio cuenta, su cuerpo había caído al suelo. La culpa la tenían dos esposas supresoras de chakra, que habían impactado en ella con la fuerza de un bastonazo bien dado. La primera, en pleno rostro, partiéndole la nariz.
Se irguió y aspiró con esfuerzo por la boca. Sangraba por la nariz, por la boca, su cara era un poema embadurnado en carmesí. Sus ojos lloraban. No de dolor. No de impotencia. Simplemente como una reacción a la tortura a la que estaba siendo sometido su cara. Apoyó un pie en el suelo, una mano en la rodilla. Y arriba. Temblando. Tambaleándose.
Comadreja creyó en ese momento que el botín no merecía el riesgo. Tomó prestado el dromedario y se fue de allí al galope. Kasaru, mientras tanto, había alcanzado el cuerpo de Masahiro y buscaba desesperada entre sus ropas.
La Kaguya avanzó un paso, dejando un reguero de sangre en la arena. Y otro paso, como un púgil al borde del noqueo. Sosteniéndose en pie a fuerza de puro nervio. De pura determinación. Y entonces trató de golpear a Daigo con la mano abierta. Un golpe tan simple como efectivo. Y es que, aunque no había sido capaz de imprimirle demasiada fuerza, un hueso puntiagudo salió de la palma de su mano en el último momento para convertir aquel golpe con la mano abierta a las costillas en una auténtica puñalada.
Se irguió y aspiró con esfuerzo por la boca. Sangraba por la nariz, por la boca, su cara era un poema embadurnado en carmesí. Sus ojos lloraban. No de dolor. No de impotencia. Simplemente como una reacción a la tortura a la que estaba siendo sometido su cara. Apoyó un pie en el suelo, una mano en la rodilla. Y arriba. Temblando. Tambaleándose.
Comadreja creyó en ese momento que el botín no merecía el riesgo. Tomó prestado el dromedario y se fue de allí al galope. Kasaru, mientras tanto, había alcanzado el cuerpo de Masahiro y buscaba desesperada entre sus ropas.
La Kaguya avanzó un paso, dejando un reguero de sangre en la arena. Y otro paso, como un púgil al borde del noqueo. Sosteniéndose en pie a fuerza de puro nervio. De pura determinación. Y entonces trató de golpear a Daigo con la mano abierta. Un golpe tan simple como efectivo. Y es que, aunque no había sido capaz de imprimirle demasiada fuerza, un hueso puntiagudo salió de la palma de su mano en el último momento para convertir aquel golpe con la mano abierta a las costillas en una auténtica puñalada.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado