14/01/2020, 05:51
—No me des consejos que luego te tomo la palabra, aunque para tu buena suerte no hay muchos árboles aquí en Amegakure— Nuevamente se cruzó de brazos.
La dueña del local entre tanto alzó una ceja, confundida ante las palabras del otro.
—Y yo que creía que a ti no se te entendía ni jota— Espetó la mujer mayor mientras los observaba.
Lo que vino a continuación fue inverosímil, ya que el pelinegro le tomó como si hasta hace unos segundos no hubiese pasado nada en lo absoluto. "Amenokami, dame paciencia. DAME PACIENCIA AMENOKAMI." Más que nada, le era insoportable el aliento a alcohol. Entrecerró sus ojos y le observó por el rabillo de los mismos mientras este amagaba que le acompañaba hasta la salida como si fueran los mejores amigos que se hayan conocido de por vida. "Este tipo está bolo hasta las trancas." Era la única explicación que podía darle a los repentinos cambios de actitud del otro sujeto.
—Yo sé divertirme— Se quitaría el brazo del otro para cuando ya estuviesen a punto de salir. —Pero no lo haré a costillas de los demás— El Yotsuki podía perfectamente bromear y fastidiar un poco a sus conocidos (incluso inconscientemente), pero jamás se le ocurriría insultar fuertemente a un desconocido en su propio terreno.
Pero ya no tendría mucho más para decir, puesto que el contrario se despidió y cruzó el portón con una sonrisota de oreja a oreja ante lo cual el genin no pudo sino sacarse el cigarro de la boca y tirarlo al suelo, pisándolo para apagarlo de forma innecesaria ya que lo propia humedad ya habría hecho el trabajo. "Si el cabrón va a armar bronca que sea a otro lado, no estoy para ser niñero de un genin ebrio." Se recostaría en el marco de la puerta sin siquiera corresponder la despedida.
Entre tanto, la dueña se acercaría y se pararía detrás del de cabellos tricolor.
—Que sepas que aún así me vas a pagar por lo que has pedido— Ahora era ella la que sacaba un cigarro de la boca y se lo fumaba.
—Te lo pagaré, aunque creo que sólo me beberé le batido. Ya no tengo hambre..
Luego de eso, esperaba que cuando Karamaru recuperase la sobriedad pudiese reflexionar un poco sobre lo sucedido. Aunque ni le iba ni venía, porque deseaba no encontrárselo pronto de nuevo. Lo único que quedaba era intentar prender de nuevo la fiesta en el sitio, y para eso él tenía que volver al escenario.
La dueña del local entre tanto alzó una ceja, confundida ante las palabras del otro.
—Y yo que creía que a ti no se te entendía ni jota— Espetó la mujer mayor mientras los observaba.
Lo que vino a continuación fue inverosímil, ya que el pelinegro le tomó como si hasta hace unos segundos no hubiese pasado nada en lo absoluto. "Amenokami, dame paciencia. DAME PACIENCIA AMENOKAMI." Más que nada, le era insoportable el aliento a alcohol. Entrecerró sus ojos y le observó por el rabillo de los mismos mientras este amagaba que le acompañaba hasta la salida como si fueran los mejores amigos que se hayan conocido de por vida. "Este tipo está bolo hasta las trancas." Era la única explicación que podía darle a los repentinos cambios de actitud del otro sujeto.
—Yo sé divertirme— Se quitaría el brazo del otro para cuando ya estuviesen a punto de salir. —Pero no lo haré a costillas de los demás— El Yotsuki podía perfectamente bromear y fastidiar un poco a sus conocidos (incluso inconscientemente), pero jamás se le ocurriría insultar fuertemente a un desconocido en su propio terreno.
Pero ya no tendría mucho más para decir, puesto que el contrario se despidió y cruzó el portón con una sonrisota de oreja a oreja ante lo cual el genin no pudo sino sacarse el cigarro de la boca y tirarlo al suelo, pisándolo para apagarlo de forma innecesaria ya que lo propia humedad ya habría hecho el trabajo. "Si el cabrón va a armar bronca que sea a otro lado, no estoy para ser niñero de un genin ebrio." Se recostaría en el marco de la puerta sin siquiera corresponder la despedida.
Entre tanto, la dueña se acercaría y se pararía detrás del de cabellos tricolor.
—Que sepas que aún así me vas a pagar por lo que has pedido— Ahora era ella la que sacaba un cigarro de la boca y se lo fumaba.
—Te lo pagaré, aunque creo que sólo me beberé le batido. Ya no tengo hambre..
Luego de eso, esperaba que cuando Karamaru recuperase la sobriedad pudiese reflexionar un poco sobre lo sucedido. Aunque ni le iba ni venía, porque deseaba no encontrárselo pronto de nuevo. Lo único que quedaba era intentar prender de nuevo la fiesta en el sitio, y para eso él tenía que volver al escenario.