15/01/2020, 05:05
Diez minutos. Eso fue todo lo que Kasaru necesitó ahí adentro. Para despedirse. Para dejar su imprenta. Para intentar condensar en pocas palabras todo lo que sentía por Gura y Koku. Para intentar aconsejar a su hija, el consejo que solo una madre podía dar, para que fuese feliz en aquella vida. Para que la aprovechase. Para que se cuidase de los chicos. Pero para que tampoco tuviese miedo.
A quién vamos a engañar, probablemente no le diese tiempo ni para la mitad. Se requería de toda una vida para conseguirlo. A veces, ni con eso.
Kasaru salió de la vivienda con el turbante puesto. Solo sus ojos, verdes y empañados, recibían la luz del sol. Daigo la vio desaparecer entre las dunas, derritiéndose entre el espejismo provocado por el sofocante calor.
Allí iba, una verdadera Bedōin. Allí iba, la última Moradora del Desierto.
A quién vamos a engañar, probablemente no le diese tiempo ni para la mitad. Se requería de toda una vida para conseguirlo. A veces, ni con eso.
Kasaru salió de la vivienda con el turbante puesto. Solo sus ojos, verdes y empañados, recibían la luz del sol. Daigo la vio desaparecer entre las dunas, derritiéndose entre el espejismo provocado por el sofocante calor.
Allí iba, una verdadera Bedōin. Allí iba, la última Moradora del Desierto.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado