16/01/2020, 20:23
«Este Rōga... Al final va a resultar que sí que sabe usar la cabeza», se dijo Akame con una media sonrisa al ver el peculiar rastro —e improbable de hallar por las ciegas— que su compañero amejin le había dejado en los bambúes.
Cuando llegó a divisar a la pareja, después de seguir las metafóricas migajas de pan que le habían dejado, Akame se aproximó con cautela a los dos muchachos.
—Parece que vamos a conseguirlo, después de todo —saludó, saliendo de entre unos bambúes—. Aunque mejor no vender la piel del oso antes de cazarlo. ¿Les place a los señores si saltamos ese condenado muro y dejamos para siempre atrás este Templo?
Cuando llegó a divisar a la pareja, después de seguir las metafóricas migajas de pan que le habían dejado, Akame se aproximó con cautela a los dos muchachos.
—Parece que vamos a conseguirlo, después de todo —saludó, saliendo de entre unos bambúes—. Aunque mejor no vender la piel del oso antes de cazarlo. ¿Les place a los señores si saltamos ese condenado muro y dejamos para siempre atrás este Templo?