16/01/2020, 20:39
El perro entonces procedió a sacudirse la humedad de cabeza hasta los pies, salpicando un poco antes de finalmente adentrarse al restaurante. El animal, impasible y tranquilo cómo sólo su porte podía indicar se sentó sobre sus cuartos traseros nada más cruzar la puerta. Permanecía quieto a la espera de órdenes sin soltar el pergamino de su boca. Era tal la actitud del animal, que ni siquiera siguió con la cabeza a Nanashi cuando este pareció ir en busca de la destinataria del mensaje. Aunque si bien, observaba por el rabillo del ojo a la espera del regreso del hombre y la mentada en cuestión.