20/01/2020, 14:19
Kenzou se acarició la barbilla e hizo un ademán con la mano, quitándole importancia. Se acercó su taza, que hervía, y se tomó un gran trago sin inmutarse.
—Bueno, cuéntame, Daigo-kun. ¿Qué tal te fue? Aunque si estás aquí es porque conseguiste renovar el contrato con la Prisión del Yermo, tal y como te pedí. —Había sido muy claro en eso: no debía regresar hasta que lo hubiese conseguido. Y no tenía la menor duda de que así había hecho su genin—. Ah, estoy orgulloso de ti, Daigo-kun —agregó, dándolo por hecho—. No esperaba menos de ti. Cuenta, cuenta. Cuéntame los detalles.
—Bueno, cuéntame, Daigo-kun. ¿Qué tal te fue? Aunque si estás aquí es porque conseguiste renovar el contrato con la Prisión del Yermo, tal y como te pedí. —Había sido muy claro en eso: no debía regresar hasta que lo hubiese conseguido. Y no tenía la menor duda de que así había hecho su genin—. Ah, estoy orgulloso de ti, Daigo-kun —agregó, dándolo por hecho—. No esperaba menos de ti. Cuenta, cuenta. Cuéntame los detalles.