22/01/2020, 01:57
—Acompáñame, Himura Ren— Indicó el perro.
El can hizo una reverencia a Nanashi y procedió a salir del restaurante esperando a que la kunoichi le siguiese. Caminaba a un ritmo medianamente acelerado, pero lo suficientemente lento para que la kunoichi pudiese seguirle el paso sin fatigarse demasiado. Caminarían pues, hasta el corazón de la ciudad. Pasarían observando a alguna que otra barca que movilizaba personas a través de los canales, mientras ellos continuaban su camino. Finalmente, llegarían al hospital de Amegakure, pero no se adentrarían en él.
—El Anexo está del otro lado— Indicó el can mientras caminaba.
Siguieron pues, pasando de largo del hospital y le darían la vuelta por una calle trazando una U para llegar a la parte trasera. Estaría entonces un edificio más pequeño pero igual de impoluto frente a ellos, además que se podían escuchar algunos ruidos desde el interior.
—Hemos llegado— Anunció el doberman.
Nomás entrar por la puerta principal, el perro se sacudió, probablemente mojando un poco a Ren si ella no se cuidaba. El perro se restregó las almohadillas de las patas en el mismo tapete para los visitantes y procedió a avanzar a trevés de uno de los pasillos del sitio hasta llegar a una oficina al final del corredor. El perro tomó el agarrador de la puerta con el hocico y empujó para abrirla y dejar pasar primero a la chiquilla.
—¡Oh! Adelante— Dijo una voz femenina proveniente de una silla, aunque esta estaba de espaldas y no podía verla nada más que el pelo.
—Karaga, la he traído aquí— Sentenció el perro mientras volvía a sentarse.
La silla dio una vuelta rápida y pronto podría ver finalmente el rostro de la mujer, siendo que era una mujer morena pero que tenía un cuerpo bastante realzado. Sus cabellos eran marrones como sus ojos, sus labios gruesos y su nariz algo chata. Tenía las dos típicas marcas en las mejillas propias de los miembros del clan Inuzuka y vestía una bata médica por encima de una blusa de tirantes negra.
—Mi nombre es Karaga y soy la encargada de la División veterinaria del Hospital de Amegakure, un placer.
El can hizo una reverencia a Nanashi y procedió a salir del restaurante esperando a que la kunoichi le siguiese. Caminaba a un ritmo medianamente acelerado, pero lo suficientemente lento para que la kunoichi pudiese seguirle el paso sin fatigarse demasiado. Caminarían pues, hasta el corazón de la ciudad. Pasarían observando a alguna que otra barca que movilizaba personas a través de los canales, mientras ellos continuaban su camino. Finalmente, llegarían al hospital de Amegakure, pero no se adentrarían en él.
—El Anexo está del otro lado— Indicó el can mientras caminaba.
Siguieron pues, pasando de largo del hospital y le darían la vuelta por una calle trazando una U para llegar a la parte trasera. Estaría entonces un edificio más pequeño pero igual de impoluto frente a ellos, además que se podían escuchar algunos ruidos desde el interior.
—Hemos llegado— Anunció el doberman.
Nomás entrar por la puerta principal, el perro se sacudió, probablemente mojando un poco a Ren si ella no se cuidaba. El perro se restregó las almohadillas de las patas en el mismo tapete para los visitantes y procedió a avanzar a trevés de uno de los pasillos del sitio hasta llegar a una oficina al final del corredor. El perro tomó el agarrador de la puerta con el hocico y empujó para abrirla y dejar pasar primero a la chiquilla.
—¡Oh! Adelante— Dijo una voz femenina proveniente de una silla, aunque esta estaba de espaldas y no podía verla nada más que el pelo.
—Karaga, la he traído aquí— Sentenció el perro mientras volvía a sentarse.
La silla dio una vuelta rápida y pronto podría ver finalmente el rostro de la mujer, siendo que era una mujer morena pero que tenía un cuerpo bastante realzado. Sus cabellos eran marrones como sus ojos, sus labios gruesos y su nariz algo chata. Tenía las dos típicas marcas en las mejillas propias de los miembros del clan Inuzuka y vestía una bata médica por encima de una blusa de tirantes negra.
—Mi nombre es Karaga y soy la encargada de la División veterinaria del Hospital de Amegakure, un placer.