26/01/2020, 17:08
Hiroki caminaba con las manos en los bolsillos de su pantalón, hacía un buen rato que había perdido de vista a los árboles del Bosque de la Hoja y eso no era una buena señal para él, pues su pequeño periplo no había sido ni más ni menos que para ir a visitar el Lago de Shiona, el cual había visitado antaño con su abuelo Kuro y al cual quería ir para poder comenzar su camino como ninja de verdad.
Pero no entendía qué había ocurrido por el camino.
Según el mapa que consultaba una y otra vez y que ya comenzaba a tener pequeñas arrugas por los múltiples pliegues y despliegues a los que se sometía por culpa de su portador, debería haber pasado ya por aquel lago unas dos veces, sin embargo, el moreno sentía que lejos quedaba su destino al alejarse del bosque donde residía. Gruñó en protesta tras parar a recobrar energías sobre una abultada piedra del camino y volvió a consultar su mapa.
«El Lago de Shiona está aquí, pero yo he salido de aquí... » Señaló un punto en el mapa de manera indecisa, donde se suponía que podría estar él. «Debería haber preguntado antes de salir...»
Dobló el papel y recolocó su mochila de viaje a un costado de su cuerpo, volviendo a retomar su viaje cuando, tras un par de minutos caminando en silencio, divisó, a lo lejos, unas pequeñas y antiguas casas.
—No puede ser... —murmuró en voz baja, claramente desconcertado—. ¡No me digas que estoy en Minori! —Chilló al cielo.
Suspiró con resignación y se encaminó al pueblo bajo el constante sonido de sus tripas demandando algo de comer y, por qué no, para pedir ayuda de cómo llegar al dichoso destino que se había propuesto.
Pero no entendía qué había ocurrido por el camino.
Según el mapa que consultaba una y otra vez y que ya comenzaba a tener pequeñas arrugas por los múltiples pliegues y despliegues a los que se sometía por culpa de su portador, debería haber pasado ya por aquel lago unas dos veces, sin embargo, el moreno sentía que lejos quedaba su destino al alejarse del bosque donde residía. Gruñó en protesta tras parar a recobrar energías sobre una abultada piedra del camino y volvió a consultar su mapa.
«El Lago de Shiona está aquí, pero yo he salido de aquí... » Señaló un punto en el mapa de manera indecisa, donde se suponía que podría estar él. «Debería haber preguntado antes de salir...»
Dobló el papel y recolocó su mochila de viaje a un costado de su cuerpo, volviendo a retomar su viaje cuando, tras un par de minutos caminando en silencio, divisó, a lo lejos, unas pequeñas y antiguas casas.
—No puede ser... —murmuró en voz baja, claramente desconcertado—. ¡No me digas que estoy en Minori! —Chilló al cielo.
Suspiró con resignación y se encaminó al pueblo bajo el constante sonido de sus tripas demandando algo de comer y, por qué no, para pedir ayuda de cómo llegar al dichoso destino que se había propuesto.