28/01/2020, 00:34
Uzumaki Eri silbaba una canción de camino a Minori para reponer lo gastado por el viaje en busca de información, pese a que no había encontrado gran cosa —por no decir nada—, no quería desanimarse y seguiría buscando hasta dar con alguna pista. Aquel día había decidido recogerse el cabello en una coleta alta en vez de las dos pequeñas que normalmente llevaba.
«Al fin en un pueblo...» Se quejó en su interior, dejando caer sus cansados hombros. El sol caía a lo lejos pero ella no planeaba hacer ninguna parada nocturna hasta llegar, por lo menos, a quedar exhausta, pero necesitaba comer algo antes de proseguir o terminaría por marearse por el camino y ser presa fácil para cualquiera que pasara cerca de ella.
Entró en el pueblo y saludó a algunas personas que paseaban por la zona, extrañándose algunos por el comportamiento amable de la desconocida, pero ella obvió todo aquello, con los ánimos más animados que de costumbre.
Pero su vista, algo cansada, divisó a lo lejos una bufanda que recordaba de color amarillo acompañada de una cabellera morena y lo que parecía ser una muñeca a su espalda, y Eri, sumando dos más dos, abrió los ojos de golpe y salió corriendo tras la figura.
—¡Juro! —exclamó, intentando llamar la atención el hombre, pero él la ignoró completamente girando en una esquina lejos de su posición. No se dio por vencida, girando segundos más tarde la misma esquina hasta que chocó con algo.
Cayendo de culo por el impacto.
—Auch...
«Al fin en un pueblo...» Se quejó en su interior, dejando caer sus cansados hombros. El sol caía a lo lejos pero ella no planeaba hacer ninguna parada nocturna hasta llegar, por lo menos, a quedar exhausta, pero necesitaba comer algo antes de proseguir o terminaría por marearse por el camino y ser presa fácil para cualquiera que pasara cerca de ella.
Entró en el pueblo y saludó a algunas personas que paseaban por la zona, extrañándose algunos por el comportamiento amable de la desconocida, pero ella obvió todo aquello, con los ánimos más animados que de costumbre.
Pero su vista, algo cansada, divisó a lo lejos una bufanda que recordaba de color amarillo acompañada de una cabellera morena y lo que parecía ser una muñeca a su espalda, y Eri, sumando dos más dos, abrió los ojos de golpe y salió corriendo tras la figura.
—¡Juro! —exclamó, intentando llamar la atención el hombre, pero él la ignoró completamente girando en una esquina lejos de su posición. No se dio por vencida, girando segundos más tarde la misma esquina hasta que chocó con algo.
Cayendo de culo por el impacto.
—Auch...