28/01/2020, 02:51
Y así pues, el equipo Tormenta se embaucó en un largo viaje —excepto para Zōzei, que habrá dormido al menos la mitad del mismo—. donde habrían de cruzar todo Arashi no Kuni a través de sus solemnes tempestades. Atravesaron El túnel a pié, hicieron una parada en Yachi y los cuatro adquirieron sendos pases para usar el ferrocarril y así reducir considerablemente el tiempo que les tomaría llegar hasta su ansiado destino.
El transcurso resultó ser bastante agradable, a pesar de los incómodos camarotes para la clase media, y ese constante sonido que generaban las bridas del enorme vehículo metálico chocando con los rieles. El primer tramo de la travesía duraría aproximadamente unas ocho horas, hicieron una parada en Tane-Shigai para reponer comida, baterías y utensilios, y continuaron con un viaje nocturno de otras catorce horas más hasta parar en la estación de tren de la Villa de las Aguas Termales. Yūgakure les recibió con un espléndido amanecer, donde los rayos del sol parecían revitalizar incluso al más pesimista. A pesar de ser invierno no hacía frío, aunque tampoco un calor abrumador, y y las vastas llanuras que rodeaban las formaciones naturales rocosas sobre las cuales se construían los famosos baños termales se mostraban indómitas y salvajes, listas para ser exploradas hasta sus rincones más desconocidos. Claro que, antes de sumergirse en la historia del místico País del Rayo, era obligatorio hacer una parada en las Aguas Termales.
El equipo Tormenta, no obstante, no estaba ahí para pasar unas lindas vacaciones. Eran ninjas, tenían una misión que cumplir y un solicitante al cuál encontrar.