28/01/2020, 12:05
Ayame estaba en Coladragón. Por lo que sea, la kunoichi decidió no explicarle por qué se encontraba allí, pero lejos de tomárselo más Yui intuyó que se trató de un viaje estrictamente personal. Su jinchūriki quiso refugiarse de la tormenta, cosa que la Arashikage consideró innecesario. «Débil. Debes ser la Tormenta.» Al parecer, era amiga de los dueños de la posada. La muchacha levantó la vista y la miró como quisiera decirle algo. Pero Yui no entendió, sólo se quedó confusa.
La muchacha continuó con el relato. Se cruzó con un grupo de marineros y uno de ellos era, supuestamente, Kaido disfrazado. Pero el disfraz era más eficiente que un simple Henge no Jutsu. De modo que ante aquella sospecha ella decidió seguirles.
—Muy bien hecho —asintió Yui—. Pero no debes ponerte demasiado en riesgo. —Cada vez que hablaba con Ayame se obligaba a decir lo mismo, pero su corazón siempre le decía lo contrario cuando se trataba de ella. ¿No era lo que hacía Ayame en realidad el espíritu de una auténtica amejin?—. Estamos hablando de Dragón Rojo. Son muy peligrosos. ¿Cómo llegaste a confrontarlo de forma directa?
La muchacha continuó con el relato. Se cruzó con un grupo de marineros y uno de ellos era, supuestamente, Kaido disfrazado. Pero el disfraz era más eficiente que un simple Henge no Jutsu. De modo que ante aquella sospecha ella decidió seguirles.
—Muy bien hecho —asintió Yui—. Pero no debes ponerte demasiado en riesgo. —Cada vez que hablaba con Ayame se obligaba a decir lo mismo, pero su corazón siempre le decía lo contrario cuando se trataba de ella. ¿No era lo que hacía Ayame en realidad el espíritu de una auténtica amejin?—. Estamos hablando de Dragón Rojo. Son muy peligrosos. ¿Cómo llegaste a confrontarlo de forma directa?