28/01/2020, 13:04
Ayame explicó que siguió al grupo desde el aire, evitando ser descubierta. «¿Desde el aire? ¿Qué pasa, te hiciste crecer unas alas o qué?», pensó Yui, divertida. Pero entonces frunció el ceño, quizás preguntándose si esa broma en realidad era real.Deseó interrumpir a la kunoichi, pero se reprimió a tiempo. Ahora estaba hablando sobre un galpón. «¿Qué coño es un galpón?»
—¿Qué coño es un galpón? —verbalizó Yui, confundida. Luego hizo un ademán con la mano—. Na, déjalo, sigue, sigue.
Su chūnin explicó que se trataba de una simple fábrica de preparado de pescado. Por algún motivo, decidió quedarse a investigar. «Inquisitiva, como Shanise. Me gusta». Siempre hacían falta kunoichi como ella. Porque Yui era impulsiva, una fuerza de choque, de asalto. Una líder, sí. Pero para tareas de inteligencia... prefería confiar en los demás. Y que ellos le explicasen las cosas complicadas. Como qué coño era un puto galpón.
La fábrica de pescado resultó ser una distribuidora de omoide. Yui hizo rechinar sus dientes afilados en cuanto Ayame pronunció la palabra.
—Y claro, ya está. Lo tuviste claro desde ese mismo momento. Dragón Rojo estaba en el ajo. Y la voz era seguro la suya —intervino Yui, más afirmando que preguntando.
Ayame confirmó enseguida diciendo que escuchó directamente su nombre, acompañado de un honorífico que le puso los pelos de punta. «Se ha convertido en un Cabeza de Dragón.» Supuestamente el cargamento estaba destinado al Remolino. «Esta gentuza está pasándose de la raya. Al principio, fue por petición de ese viejo decrépito de Umigarasu... pero ahora esto ya es personal.»
—¿Y qué hiciste, entonces? ¿Simplemente te lo trajiste?
—¿Qué coño es un galpón? —verbalizó Yui, confundida. Luego hizo un ademán con la mano—. Na, déjalo, sigue, sigue.
Su chūnin explicó que se trataba de una simple fábrica de preparado de pescado. Por algún motivo, decidió quedarse a investigar. «Inquisitiva, como Shanise. Me gusta». Siempre hacían falta kunoichi como ella. Porque Yui era impulsiva, una fuerza de choque, de asalto. Una líder, sí. Pero para tareas de inteligencia... prefería confiar en los demás. Y que ellos le explicasen las cosas complicadas. Como qué coño era un puto galpón.
La fábrica de pescado resultó ser una distribuidora de omoide. Yui hizo rechinar sus dientes afilados en cuanto Ayame pronunció la palabra.
—Y claro, ya está. Lo tuviste claro desde ese mismo momento. Dragón Rojo estaba en el ajo. Y la voz era seguro la suya —intervino Yui, más afirmando que preguntando.
Ayame confirmó enseguida diciendo que escuchó directamente su nombre, acompañado de un honorífico que le puso los pelos de punta. «Se ha convertido en un Cabeza de Dragón.» Supuestamente el cargamento estaba destinado al Remolino. «Esta gentuza está pasándose de la raya. Al principio, fue por petición de ese viejo decrépito de Umigarasu... pero ahora esto ya es personal.»
—¿Y qué hiciste, entonces? ¿Simplemente te lo trajiste?