28/01/2020, 23:14
Conforme Ayame iba hablando, la Tormenta se iba cirniendo sobre ella amenazando con engullirla, haciéndola retroceder. La muchacha tropezó con uno de los libros y tuvo que seguir retrocediendo arrastrándose por el suelo. Porque la Tormenta nunca retrodecía. Avanzaba, avanzaba. Y al final, uno tenía que mojarse y aguantar el chaparrón.
—¿¡Qué estás diciendo, te has vuelto loca!? —dijo—. Eso fue lo que pasó en el Examen de Chūnin, ¿¡verdad!? ¡Te habló! ¡Te convenció para salir y matarnos a todos! ¡Para destruir Uzushiogakure como destruyó Yamashi-To! —bramó—. ¿¡Te suena ese nombre!? ¡¡Ahora la llamamos LA CIUDAD FANTASMA, AYAME!!
»¿¡Que tienen sentimientos, que tienen conciencia!? ¡¡Díselo a los miles de personas que perdieron la vida aquél día!! ¡¡Ve al Cementerio del Gobi y dile a los niños en sus tumbas que lo que los mató no era un monstruo si tienes cojones!!
—¿¡Qué estás diciendo, te has vuelto loca!? —dijo—. Eso fue lo que pasó en el Examen de Chūnin, ¿¡verdad!? ¡Te habló! ¡Te convenció para salir y matarnos a todos! ¡Para destruir Uzushiogakure como destruyó Yamashi-To! —bramó—. ¿¡Te suena ese nombre!? ¡¡Ahora la llamamos LA CIUDAD FANTASMA, AYAME!!
»¿¡Que tienen sentimientos, que tienen conciencia!? ¡¡Díselo a los miles de personas que perdieron la vida aquél día!! ¡¡Ve al Cementerio del Gobi y dile a los niños en sus tumbas que lo que los mató no era un monstruo si tienes cojones!!