28/01/2020, 23:56
Hubo un breve silencio. Apenas duró unos segundos, pero Ayame los saboreó hasta que Yui decidió volver a maltratar el libro de Fundamentos del chakra natural arrojándolo contra el escritorio.
—¡No, claro que no lo entiendes! —Volvía el chaparrón. Ayame volvió a encogerse—. ¡No es que "no puedas compartir" lo que hizo... ¿¡quién!? ¿¡Kokuō!? ¿Es ese su nombre? ¡Pues a tomar por culo con Kokuō! ¡No es que "no puedas compartirlo", es que muchos vivimos los horrores de aquella batalla! ¡Luché contra él! ¡Luché junto a tu padre, MALDITA SEA, AYAME! ¡TU PADRE CASI MUERE POR UNA DE ESAS BIJŪ-DAMA! ¿¡Y quieres que haga la paz con él!? ¡¡Es eso lo que me estás pidiendo!!
Ayame se levantó de repente y se alzó contra Yui. Sólo que... Ya no era Ayame.
—¿Lo que me está pidiendo es que me quedara quietecita mientras ustedes, humanos, volvíais a reducirme y encerrarme en otra vasija?
«¡KOKUŌ!»
—No, Señorita. No necesito a nadie que me defienda. Puedo hacerlo yo sola. Como ya he hecho muchas otras veces —Sus ojos aguamarina se clavaron en los de Yui, desafiando a la tormenta sin ningún tipo de tapujo—. Si de verdad lo hubiese deseado, Yui, podría haber invadido el cuerpo de Ayame en cualquier momento. Podría haber destruido vuestra querida aldea en cuanto me revirtieron el sello. Pero preferí aislarme de todos ustedes. Quería que me dejaran en paz. Y ahora tengo un trato con la Señorita. Porque ella ha sido una de las pocas humanas que ha tenido a bien a escucharme. A escuchar el otro lado de la historia. Ahora somos dos en una, le guste o no. Somos las dos caras de la misma moneda. Y nunca estamos solas.
—¡No, claro que no lo entiendes! —Volvía el chaparrón. Ayame volvió a encogerse—. ¡No es que "no puedas compartir" lo que hizo... ¿¡quién!? ¿¡Kokuō!? ¿Es ese su nombre? ¡Pues a tomar por culo con Kokuō! ¡No es que "no puedas compartirlo", es que muchos vivimos los horrores de aquella batalla! ¡Luché contra él! ¡Luché junto a tu padre, MALDITA SEA, AYAME! ¡TU PADRE CASI MUERE POR UNA DE ESAS BIJŪ-DAMA! ¿¡Y quieres que haga la paz con él!? ¡¡Es eso lo que me estás pidiendo!!
Ayame se levantó de repente y se alzó contra Yui. Sólo que... Ya no era Ayame.
—¿Lo que me está pidiendo es que me quedara quietecita mientras ustedes, humanos, volvíais a reducirme y encerrarme en otra vasija?
«¡KOKUŌ!»
—No, Señorita. No necesito a nadie que me defienda. Puedo hacerlo yo sola. Como ya he hecho muchas otras veces —Sus ojos aguamarina se clavaron en los de Yui, desafiando a la tormenta sin ningún tipo de tapujo—. Si de verdad lo hubiese deseado, Yui, podría haber invadido el cuerpo de Ayame en cualquier momento. Podría haber destruido vuestra querida aldea en cuanto me revirtieron el sello. Pero preferí aislarme de todos ustedes. Quería que me dejaran en paz. Y ahora tengo un trato con la Señorita. Porque ella ha sido una de las pocas humanas que ha tenido a bien a escucharme. A escuchar el otro lado de la historia. Ahora somos dos en una, le guste o no. Somos las dos caras de la misma moneda. Y nunca estamos solas.