29/01/2020, 00:27
—Nnggg.... Nggg.... Yyo... yo... —Amekoro Yui apretó los puños cerrándolos en el uwagi y gruñó—. Ahgggg... ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH, MALDITA SEA, COÑO!! —La volvió a soltar, y de pronto...
...se derrumbó.
Se derrumbó de rodillas en el suelo, cabizbaja. Y golpeó con sus puños los azulejos hasta sentir que los huesos de la mano derecha volvían a crujir bajo la escayola. Se mordió el labio hasta hacerse, de nuevo, sangre. Y cuando la saboreó, contestó:
—Los habría matado a todos. Y también a todos los que los apoyaban. Y a todos sus descendientes. Y a sus mujeres, a sus primos, a algunos de sus amigos. Todo con tal... de dar ejemplo. Con demostrar que soy fuerte... y que nadie puede jugar conmigo.
...se derrumbó.
Se derrumbó de rodillas en el suelo, cabizbaja. Y golpeó con sus puños los azulejos hasta sentir que los huesos de la mano derecha volvían a crujir bajo la escayola. Se mordió el labio hasta hacerse, de nuevo, sangre. Y cuando la saboreó, contestó:
—Los habría matado a todos. Y también a todos los que los apoyaban. Y a todos sus descendientes. Y a sus mujeres, a sus primos, a algunos de sus amigos. Todo con tal... de dar ejemplo. Con demostrar que soy fuerte... y que nadie puede jugar conmigo.