29/01/2020, 01:10
Yui suspiró, y se agarró el pelo en un chillido para liberar adrenalina.
—Supongo que es un problema menos del que tengo que preocuparme —dijo—. No tengo que preocuparme de que el bijū te reviente por dentro y nos chamusque a todos. Tendré que verlo así. Es la única manera de verlo. —La Arashikage levantó la vista y la clavó en el techo—. ¿Sabes? Estoy harta. Estoy harta de todo hoy. Estoy hasta el coño ya. Hostia puta. —Se dejó caer cuan larga era en el suelo y su mano izquierda recogió la placa metálica de jōnin que había sufrido aquél terrible accidente contra la estantería. Se la arrojó a Ayame como un shuriken. La placa chocó contra la madera del estante y acabó en su regazo.
»Al principio, quise darte bien fuerte. Luego, sólo quise encerrarte. Ahora no sé lo que quiero, pero sí que sé que eres de las kunoichi que puede cambiar el mundo. Una kunoichi capaz de hacerse amiga de un bijū. Eso sólo puede hacerlo una amejin, cojones —rio, débil—. Vete antes de que cambie de idea. Sólo quiero que este día pase pronto. Y Ayame... recuperaremos a Kaido. Cueste lo que cueste. Lo juro.
»Una última cosa. A tu padre se lo cuentas tú. Porque yo no tengo el valor de mirarle a la cara después de verle sobrevivir a una bijūdama y decirle "JEJEJEIII, AHORA EL BIJŪ ES AMIGO DE TU HIJA". No, gracias. Y es una orden.
»A partir de ahora, nada de secretos. La próxima vez... la próxima vez acabarás en el calabozo. ¿¡ENTENDIDO!?
—Supongo que es un problema menos del que tengo que preocuparme —dijo—. No tengo que preocuparme de que el bijū te reviente por dentro y nos chamusque a todos. Tendré que verlo así. Es la única manera de verlo. —La Arashikage levantó la vista y la clavó en el techo—. ¿Sabes? Estoy harta. Estoy harta de todo hoy. Estoy hasta el coño ya. Hostia puta. —Se dejó caer cuan larga era en el suelo y su mano izquierda recogió la placa metálica de jōnin que había sufrido aquél terrible accidente contra la estantería. Se la arrojó a Ayame como un shuriken. La placa chocó contra la madera del estante y acabó en su regazo.
»Al principio, quise darte bien fuerte. Luego, sólo quise encerrarte. Ahora no sé lo que quiero, pero sí que sé que eres de las kunoichi que puede cambiar el mundo. Una kunoichi capaz de hacerse amiga de un bijū. Eso sólo puede hacerlo una amejin, cojones —rio, débil—. Vete antes de que cambie de idea. Sólo quiero que este día pase pronto. Y Ayame... recuperaremos a Kaido. Cueste lo que cueste. Lo juro.
»Una última cosa. A tu padre se lo cuentas tú. Porque yo no tengo el valor de mirarle a la cara después de verle sobrevivir a una bijūdama y decirle "JEJEJEIII, AHORA EL BIJŪ ES AMIGO DE TU HIJA". No, gracias. Y es una orden.
»A partir de ahora, nada de secretos. La próxima vez... la próxima vez acabarás en el calabozo. ¿¡ENTENDIDO!?