30/01/2020, 23:17
Era una soleada mañana en Uzushiogakure, donde el sol brillaba con fuerza en lo alto de un cielo despejado de nubes. Aunque Daisuke era holgazán por naturaleza, no le importaba madrugar para salir a dar un agradable paseo por la villa. Además, ese día era especial para él. Acababan de ascenderlo a Gennin, por lo que ya se podía considerar oficialmente un shinobi de pleno derecho, aunque fuese de rango inferior. Y eso significa una cosa: estaba preparado para comenzar a realizar misiones de rango D en compañía de otros ninjas de su misma villa, motivo de más por la cual decidió madrugar aquel día. Estaba notablemente nervioso, con ganas de empezar, y apenas había podido pegar ojo aquella noche. Se vistió con una camiseta negra, unos pantalones largos azules donde colgó su portaobjetos con las armas correspondientes, unas botas a juego con el pantalón, su querido chaleco sin mangas de color marrón en cuya espalda llevaba orgulloso el símbolo de su clan, unas coderas azules que llegaban hasta sus muñecas y por último, se ató su bandana de ninja en el brazo izquierdo. Una vez listo, salió de su casa en dirección al edificio del Uzukage.
Cuando llegó, pudo divisar a varias personas entrando y saliendo de aquel lugar con bastante prisa, parecían ocupadas, por lo que decidió ignorarlas. Acto seguido, entró por la puerta principal y allí pudo ver a dos personas: el encargado de dar las misiones y una joven kunoichi que parecía estar pidiendo un encargo. Así pues, miró con curiosidad a la rubia para luego evitar sonrojarse. Era bastante tímido y educado, por lo que esperaría su turno para hablar, aunque parecía evidente para lo que había llegado.
- Oh, lo siento, no quería molestar. - Dijo llevando su mano derecha a la nuca, todavía ruborizado. - Venía a pedir mi primera misión de rango D, si no era mucha molestia. - Añadió con una sonrisa nerviosa en su rostro.
Cuando llegó, pudo divisar a varias personas entrando y saliendo de aquel lugar con bastante prisa, parecían ocupadas, por lo que decidió ignorarlas. Acto seguido, entró por la puerta principal y allí pudo ver a dos personas: el encargado de dar las misiones y una joven kunoichi que parecía estar pidiendo un encargo. Así pues, miró con curiosidad a la rubia para luego evitar sonrojarse. Era bastante tímido y educado, por lo que esperaría su turno para hablar, aunque parecía evidente para lo que había llegado.
- Oh, lo siento, no quería molestar. - Dijo llevando su mano derecha a la nuca, todavía ruborizado. - Venía a pedir mi primera misión de rango D, si no era mucha molestia. - Añadió con una sonrisa nerviosa en su rostro.