5/02/2020, 19:35
La puerta se abrió momentos después y un hombre alto, bastante delgaducho pero repleto de cicatrices apareció tras ella. Parecía bastante mayor —a ojo de buen cubero no debía tener menos de cincuenta años, o como poco cuarentaylargos—, tenía el pelo rapado a excepción de un mechón en la coronilla, parecido al estilo de los samuráis más tradicionales, y vestía con un elegante conjunto de haori, hakama y botas tabi. Exhibía los colores de la familia Sarutobi —rojo y naranja— con orgullo, como así desprendía toda su figura.
Sus ojos castaños y penetrantes se fijaron en Daisuke con interés.
—¡Vaya! Así que tú eres el shinobi que va a encargarse de mis cerezos —le saludó—. Me llamo Isshin, aunque supongo que ya lo sabías. ¿Cómo es tu nombre, muchacho?
Sus ojos castaños y penetrantes se fijaron en Daisuke con interés.
—¡Vaya! Así que tú eres el shinobi que va a encargarse de mis cerezos —le saludó—. Me llamo Isshin, aunque supongo que ya lo sabías. ¿Cómo es tu nombre, muchacho?