6/02/2020, 15:56
Isshin pareció complacido con los modales que exhibía aquel genin; no en vano los estudiantes que salían de la Academia de las Olas —y los shinobi de Uzu, en general— eran famosos por la exquisita educación que habían recibido en materia de protocolo. Inclinación de cabeza, honorífico adecuado, y diligencia. Esos eran los tres pilares de cualquier genin que se dignase a trabajar bajo el amparo del Remolino.
El Sarutobi soltó una carcajada ante la impetuosidad de Daisuke.
—¡Bueno, bueno! Sí que tienes prisa. Claro, claro... Pero primero, ven, vamos a charlar un rato, ¿eh? Ahora que estoy retirado ya no me entero de nada de lo que sucede fuera de los muros de esta Aldea, e incluso un jovencito como tú puede traer noticias interesantes.
Con un gesto de su mano le invitó a pasar. Isshin condujo al genin a través de un largo pasillo construído al estilo tradicional, con puertas correderas de papel de arroz ricamente adornadas a cada lado, hasta que llegaron a su desembocadura. La calidez del Sol matinal les recibió cuando salieron al pequeño porche de madera que precedía a un jardín muy amplio, repleto de árboles de cerezo por podar y arreglar.
—Y cuéntame, ¿qué se comenta estos días? —Isshin se sentó en una mecedora de madera que no parecía en absoluto cómoda. Junto a él, sobre una mesa auxiliar, reposaba una taza de té rojo—. Parece que hubo cierto revuelo debido al anuncio de un nuevo Torneo de los Dojos. ¿Vas a participar, Daisuke-san?
El Sarutobi soltó una carcajada ante la impetuosidad de Daisuke.
—¡Bueno, bueno! Sí que tienes prisa. Claro, claro... Pero primero, ven, vamos a charlar un rato, ¿eh? Ahora que estoy retirado ya no me entero de nada de lo que sucede fuera de los muros de esta Aldea, e incluso un jovencito como tú puede traer noticias interesantes.
Con un gesto de su mano le invitó a pasar. Isshin condujo al genin a través de un largo pasillo construído al estilo tradicional, con puertas correderas de papel de arroz ricamente adornadas a cada lado, hasta que llegaron a su desembocadura. La calidez del Sol matinal les recibió cuando salieron al pequeño porche de madera que precedía a un jardín muy amplio, repleto de árboles de cerezo por podar y arreglar.
—Y cuéntame, ¿qué se comenta estos días? —Isshin se sentó en una mecedora de madera que no parecía en absoluto cómoda. Junto a él, sobre una mesa auxiliar, reposaba una taza de té rojo—. Parece que hubo cierto revuelo debido al anuncio de un nuevo Torneo de los Dojos. ¿Vas a participar, Daisuke-san?