6/02/2020, 19:37
Sarutobi Isshin escuchaba, atento, mientras degustaba su té. Para él no había nada como un buen té caliente de media mañana y una buena historia.
—Muy bien, muy bien —asintió el veterano, conforme con la reflexión de Daisuke—. En mis tiempos, no había nada como morder el polvo unas cuantas veces para espabilar y aprender un par de trucos nuevos. ¡Siempre lo he dicho! Lástima que muchos de los sensei de ahora se han vuelto unos blandengues y no os ponen a caldo con frecuencia.
Luego el tema viró a otros derroteros, incluso más interesantes para el viejo Sarutobi. Traiciones, la Alianza en peligro, los Generales... Eso sí, hubo detalles que le chirriaron, por decirlo suavemente. Cuando Daisuke empezó a hablar con palpable determinación sobre el "odio, rabia y rencor" de los bijū contra el mundo, el viejo no pudo evitar soltar una carcajada que retumbó en todo el porche.
—¿Odio? ¿Rencor contra los ninja? ¿Los bijū organizándose para atacar el mundo? ¡JIAJIAJIA! ¡Creo que alguien ha estado leyendo demasiadas historias de fantasía! —aseveró, todavía riendo a mandíbula batiente—. ¿Cómo se te han metido semejantes disparates en la sesera, muchacho? ¿"Eliminar el odio que los bijū llevan dentro"? ¡JIAJIAJIA! ¿De qué demonios hablas?
A todos los habitantes de Ōnindo —y especialmente a los ninjas— se les enseñaba como parte de la cultura colectiva que los bijū eran monstruos, entes de chakra demoníaco que debían ser encerrados bajo llave en sus Guardianes por el bien de todo el continente y más allá. Para Isshin —y probablemente para casi cualquier persona en Ōnindo—, las palabras de Daisuke eran la tontería más grande que hubiesen escuchado nunca.
—Tienes buena imaginación, eso está claro. Cuando te retires podrías dedicarte a escribir.
—Muy bien, muy bien —asintió el veterano, conforme con la reflexión de Daisuke—. En mis tiempos, no había nada como morder el polvo unas cuantas veces para espabilar y aprender un par de trucos nuevos. ¡Siempre lo he dicho! Lástima que muchos de los sensei de ahora se han vuelto unos blandengues y no os ponen a caldo con frecuencia.
Luego el tema viró a otros derroteros, incluso más interesantes para el viejo Sarutobi. Traiciones, la Alianza en peligro, los Generales... Eso sí, hubo detalles que le chirriaron, por decirlo suavemente. Cuando Daisuke empezó a hablar con palpable determinación sobre el "odio, rabia y rencor" de los bijū contra el mundo, el viejo no pudo evitar soltar una carcajada que retumbó en todo el porche.
—¿Odio? ¿Rencor contra los ninja? ¿Los bijū organizándose para atacar el mundo? ¡JIAJIAJIA! ¡Creo que alguien ha estado leyendo demasiadas historias de fantasía! —aseveró, todavía riendo a mandíbula batiente—. ¿Cómo se te han metido semejantes disparates en la sesera, muchacho? ¿"Eliminar el odio que los bijū llevan dentro"? ¡JIAJIAJIA! ¿De qué demonios hablas?
A todos los habitantes de Ōnindo —y especialmente a los ninjas— se les enseñaba como parte de la cultura colectiva que los bijū eran monstruos, entes de chakra demoníaco que debían ser encerrados bajo llave en sus Guardianes por el bien de todo el continente y más allá. Para Isshin —y probablemente para casi cualquier persona en Ōnindo—, las palabras de Daisuke eran la tontería más grande que hubiesen escuchado nunca.
—Tienes buena imaginación, eso está claro. Cuando te retires podrías dedicarte a escribir.