17/02/2020, 01:06
El gato batalló, pero finalmente se vio confinado dentro de tres paredes y una rejilla. Ella quizá le había indicado que se quedase quieto, pero lo cierto era que aún gruñía e intentaba sacar la pata para darle su merecido a aquella humana, aunque no tenía demasiado éxito en ello. Se zangoloteó, se revolcó dentro de la misma. Casi parecía que la caja tenía vida propia por como saltaba ya sea en el suelo o en sus brazos, pero al cabo de un tiempo el gato finalmente agotó sus energías y dejó de moverse.
Eso sí, no dejaba de gruñir, aún enfadado.
Eso sí, no dejaba de gruñir, aún enfadado.