19/02/2020, 00:06
Al llegar al restaurante quedaban uno o dos comensales, aunque la mayoría de las mesas estaban desocupadas mientras una muchacha de cabellos castaños vistiendo un uniforme negro con blanco limpiaba con un paño la superficie de los muebles. La muchacha se giró al escuchar la voz de la kunoichi y dejó de hacer su trabajo para dirigirse hasta la entrada. Estaba algo extrañada que no hubiese entrado al establecimiento, por lo que se asomó con una ceja enarcada.
Tenía ojos negros y estaba peinada con una trenza, cubriendo el resto de sus cabellos con un pañuelo blanco.
—¿Sí?— La mesera escudriñó de arriba a abajo a la niña, pero se detuvo en su placa. —Oh— Se tapó la boca por su sorpresa. —¿Se le ofrece algo, shinobi-san?— Hizo una reverencia.
Tenía ojos negros y estaba peinada con una trenza, cubriendo el resto de sus cabellos con un pañuelo blanco.
—¿Sí?— La mesera escudriñó de arriba a abajo a la niña, pero se detuvo en su placa. —Oh— Se tapó la boca por su sorpresa. —¿Se le ofrece algo, shinobi-san?— Hizo una reverencia.