4/03/2020, 22:15
Después de dejar una nota conciliadora por su súbita desaparición, Rōga decidió emprender la marcha. Aquella vez no llevaba ningún disfraz que le encubriera, pero se encaminó sin temor hacia el norte de Yukio, siguiendo el camino que su réplica había andado la noche anterior.
Era una mañana fría, muy fría, y el gris plomizo del cielo no auguraba nada bueno. De hecho, el aire se estaba levantando y de vez en cuando sacudía su cuerpo entre ráfagas discontinuas pero periódicas. Rōga volvió a seguir el transcurso del río a contracorriente, siempre hacia el norte. Las intensas nevadas del día anterior ya casi habían cubierto los rastros que había seguido, pero aún seguían siendo visibles y sus ojos fueron capaces de seguirlos sin problema. Una media hora más tarde ya casi había alcanzado las laderas de la Cordillera de Tsukima...
Pero no había ni rastro de Shirogane.
Era una mañana fría, muy fría, y el gris plomizo del cielo no auguraba nada bueno. De hecho, el aire se estaba levantando y de vez en cuando sacudía su cuerpo entre ráfagas discontinuas pero periódicas. Rōga volvió a seguir el transcurso del río a contracorriente, siempre hacia el norte. Las intensas nevadas del día anterior ya casi habían cubierto los rastros que había seguido, pero aún seguían siendo visibles y sus ojos fueron capaces de seguirlos sin problema. Una media hora más tarde ya casi había alcanzado las laderas de la Cordillera de Tsukima...
Pero no había ni rastro de Shirogane.
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