17/03/2020, 22:06
Yota partió hacia el sur, siempre acompañado de su inseparable arácnido. Atravesó el puente que cruzaba la zanja que rodeaba Kusagakure, y los árboles no tardaron en abrazarlo en su seno. Pasarían unos treinta minutos hasta que el shinobi calculó que debía de haber recorrido la distancia indicada por los dos guardias.
Por el momento la vegetación no era tan densa como podría serlo en pleno corazón del Bosque de Hongos: los árboles, aunque comenzaban a ganar altura y follaje, estaban más o menos dispersos, por lo que el shinobi tenía un buen campo de visión a su alrededor. Pero no sólo los árboles, setas y hongos crecían aquí y allí, desde el suelo o desde los mismos troncos, de diferentes tamaños y colores. A la fantasía se unían los reclamos de los pájaros y el zumbido de algún insecto que pasaba demasiado cerca de su oreja.
Fue entonces cuando lo vio. O más bien fue Kumopansa la que lo vio. La tierra y la hierba estaban revueltas, como si algún animal o alguna persona hubiese estado pisoteando el lugar. Cerca, el tronco de un árbol presentaba serias quemaduras y, tirados en el suelo, un kunai y...
Una bandana de Kusagakure.
Aparte de eso, no parecía haber nadie en el lugar. Pero a lo lejos se apreciaba una fina columna de humo gris. ¿Una cabaña, quizás?
Por el momento la vegetación no era tan densa como podría serlo en pleno corazón del Bosque de Hongos: los árboles, aunque comenzaban a ganar altura y follaje, estaban más o menos dispersos, por lo que el shinobi tenía un buen campo de visión a su alrededor. Pero no sólo los árboles, setas y hongos crecían aquí y allí, desde el suelo o desde los mismos troncos, de diferentes tamaños y colores. A la fantasía se unían los reclamos de los pájaros y el zumbido de algún insecto que pasaba demasiado cerca de su oreja.
Fue entonces cuando lo vio. O más bien fue Kumopansa la que lo vio. La tierra y la hierba estaban revueltas, como si algún animal o alguna persona hubiese estado pisoteando el lugar. Cerca, el tronco de un árbol presentaba serias quemaduras y, tirados en el suelo, un kunai y...
Una bandana de Kusagakure.
Aparte de eso, no parecía haber nadie en el lugar. Pero a lo lejos se apreciaba una fina columna de humo gris. ¿Una cabaña, quizás?
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