31/03/2020, 13:08
(Última modificación: 31/03/2020, 13:09 por Sasagani Yota.)
— Cuidado ahí
Poco a poco fuimos sorteando las trampas que estaban colocadas allí. En una situación normal pensaría que era un mecanismo para atrapar animales salvajes, pero empezaba a dudar de ello. Finalmente llegamos a un punto en el que el humo revelaba que no era ningún incendio, tampoco los restos de una batalla, sino algo de lo más normal, una chimenea ejerciendo su labor.
— Vaya, ¿y ahora qué, detective Yota?
Entonces vimos cómo tras la cerca de aquella casa, un hombre de musculatura trabajada cargaba con unos troncos de considerable tamaño.
— Bueno, ya que estamos, habrá que investigar, digo yo, vamos... — dije ante la graciosa de Kumopansa vete al otro lado de la casa, a ver si ves algo que pueda sernos útil. Yo... bueno, si ese tipo tiene algo que esconder voy a descubrirlo
— Está bien, pero no hagas el gilipollas, ¿eh? No me apetece tener que rescatarte...
Hice un ademán con la mano y acto seguido, el arácnido saltó al suelo, empezando a moverse para rodear el lugar e ir al otro lado. Yo, por mi parte, junto mis manos y realicé una secuencia de 3 sellos de manos.
«¡Henge no jutsu!»
De pronto, tomé la apariencia de una niña joven, rubia y con dos coletitas que caían por sus hombros. Vestía un kimono turquesa y lucía una mirada dorada. Avancé un poco y observé al tipo de nuevo antes de hacer nada. Suspiré y desee que todo saliese bien.
— P-perdone señ-ñor — en lugar de mi característica voz, de mis fauces salió una voz inocente y angelical.
Poco a poco fuimos sorteando las trampas que estaban colocadas allí. En una situación normal pensaría que era un mecanismo para atrapar animales salvajes, pero empezaba a dudar de ello. Finalmente llegamos a un punto en el que el humo revelaba que no era ningún incendio, tampoco los restos de una batalla, sino algo de lo más normal, una chimenea ejerciendo su labor.
— Vaya, ¿y ahora qué, detective Yota?
Entonces vimos cómo tras la cerca de aquella casa, un hombre de musculatura trabajada cargaba con unos troncos de considerable tamaño.
— Bueno, ya que estamos, habrá que investigar, digo yo, vamos... — dije ante la graciosa de Kumopansa vete al otro lado de la casa, a ver si ves algo que pueda sernos útil. Yo... bueno, si ese tipo tiene algo que esconder voy a descubrirlo
— Está bien, pero no hagas el gilipollas, ¿eh? No me apetece tener que rescatarte...
Hice un ademán con la mano y acto seguido, el arácnido saltó al suelo, empezando a moverse para rodear el lugar e ir al otro lado. Yo, por mi parte, junto mis manos y realicé una secuencia de 3 sellos de manos.
«¡Henge no jutsu!»
De pronto, tomé la apariencia de una niña joven, rubia y con dos coletitas que caían por sus hombros. Vestía un kimono turquesa y lucía una mirada dorada. Avancé un poco y observé al tipo de nuevo antes de hacer nada. Suspiré y desee que todo saliese bien.
— P-perdone señ-ñor — en lugar de mi característica voz, de mis fauces salió una voz inocente y angelical.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa