31/03/2020, 18:44
—¿No se conocían?— Parpadeó el bibliotecario. —Bueno en realidad-
No terminó la oración pues de pronto el de cabellos tricolor pegó un salto, quedando en medio del bibliotecario y de su compañero de misión, cruzado de brazos. El hombre de lentes suspiró y se ajustó nuevamente las gafas, pues de alguna u otra manera parecía que ya sabía lo que se venía a continuación.
—No es necesario, el señor Kasano ya sabe de sobra quién soy — Dijo fanfarrón mientras se acomodaba el fleco y observaba a su compañero con una sonrisa sórdida. —Pero si vos tanto querés saber mi nombre, ¡no te voy a negar ese privilegio! — carcajeó.
—Yo soy...
La escena a continuación fue exageradamente dramática. Rōga separó los pies para la pose, tomó su guitarra-hacha con la mano diestra y la hizo pasar por encima de su cabeza en un movimiento con arco, terminando por colocarla verticalmente delante de él con la caja en el piso y sosteniéndola desde el extremo del clavijero con la mano. Con la mano que le quedaba libre, apuntó al techo con el dedo índice estirando el brazo mientras agachaba el rostro dejando que el fleco de su cabello ensombreciera el rostro.
—King Rōga~
Remató su melodramática presentación, ante la cual al menos el bibliotecario tenía cara de póquer.
No terminó la oración pues de pronto el de cabellos tricolor pegó un salto, quedando en medio del bibliotecario y de su compañero de misión, cruzado de brazos. El hombre de lentes suspiró y se ajustó nuevamente las gafas, pues de alguna u otra manera parecía que ya sabía lo que se venía a continuación.
—No es necesario, el señor Kasano ya sabe de sobra quién soy — Dijo fanfarrón mientras se acomodaba el fleco y observaba a su compañero con una sonrisa sórdida. —Pero si vos tanto querés saber mi nombre, ¡no te voy a negar ese privilegio! — carcajeó.
—Yo soy...
La escena a continuación fue exageradamente dramática. Rōga separó los pies para la pose, tomó su guitarra-hacha con la mano diestra y la hizo pasar por encima de su cabeza en un movimiento con arco, terminando por colocarla verticalmente delante de él con la caja en el piso y sosteniéndola desde el extremo del clavijero con la mano. Con la mano que le quedaba libre, apuntó al techo con el dedo índice estirando el brazo mientras agachaba el rostro dejando que el fleco de su cabello ensombreciera el rostro.
—King Rōga~
Remató su melodramática presentación, ante la cual al menos el bibliotecario tenía cara de póquer.