9/04/2020, 02:36
Tras su enfrentamiento con Eri, el pobre Yotsuki apenas si había podido ingresar al hospital por su propio pie y con esporádicos temblores. Estaba tan apalizado que difícilmente podrías creer que él había ganado. Para más inri, el peor de los daños causados a su integridad física habían sido por su propia causa. Primero sacando cantidades excesivas de chakra de su cuerpo, y luego electrocutándose a él mismo. Casi parecía una burla cruel del destino que se terminó haciendo más daño a sí mismo que a su rival. "Pero que dura..." Rememoraba como le había propinado a la Uzumaki uno de sus mejores Lariat y ella se había recuperado tan pancha como si nada. "Por menos de eso le he roto la pierna a alguien." Pero ni la descarga a quemarropa había surtido efecto contra la Uzumaki. "Aunque no puedo quejarme. Después de todo parece que en la Primera División sólo hay jōnin o genin veteranos. Acusar de mi fracaso al emparejamiento sería mediocridad, porque significa que me tienen la suficiente fe para tenerme aquí en representación. Pero he ganado demasiado apretado, no estoy dando la talla como se debe." Suspiró.
Los médicos le revisaron. Las contusiones no eran demasiado leves y poco a poco el calambre iba a pasarse. El problema vino, cuando le tuvieron que revisar la espalda. No lo había pensado hasta entonces, hasta que la vio.
—No... — Abrió los ojos como platos. —¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!— Dijo totalmente desconsolado y devastado.
Entonces tomó entre sus brazos su chaqueta, dándose cuenta de que tenía una reverenda equis que la había terminado de rasgar. Ciertamente su gusto por la ropa lujosa no era muy compatible con el oficio shinobi, pero casi parecía echarse a llorar mientras sujetaba el cuero cortado.
—¡Kuchiuuuuuuuuuu! — Sollozó mientras se cernía sus ropajes pegados al pecho, aunque luego el médico tuvo que quitársela de las manos para poder vendarle los cortes de la espalda.
Al final se la devolvió y el genin sólo se quedaba viendo el destrozo, sentado en la cama.
Tenía intención de dormir, pero de pronto escuchó algo en los pasillos. Aparentemente habían ingresado inconsciente a otro de los participantes de la Primera División bastante herido tras perder el combate. Hubiese podido conciliar el sueño, hasta que a alguien se le escapó que se trataba de Tsukiyama Daigo.
No se lo pensó dos veces, o mejor dicho, no lo pensó. Salió disparado como una saeta de la cama, saliendo de la habitación y queriendo encontrarse con él. Pero se lo impidieron. Rogó todo lo posible, pero obviamente necesitaban atenderlo.
No le quedó de otra que acatar las órdenes y volver él mismo a su cama asignada a descansar.
Pasaría el tiempo, siendo que cuando finalmente Daigo recuperase la conciencia, él sería el primero en querer ir a verlo. "Tsukiyama..." Tocaría la puerta antes de entrar.
El Yotsuki no estaba demasiado mejor que él. Simplemente portaba los vendajes en brazos y torso, había guardado las gafas y la bandana en el portaobjetos. No estaba realmente seguro de que decir al entrar, o siquiera el por qué había ido tan desesperado a verlo.
Los médicos le revisaron. Las contusiones no eran demasiado leves y poco a poco el calambre iba a pasarse. El problema vino, cuando le tuvieron que revisar la espalda. No lo había pensado hasta entonces, hasta que la vio.
—No... — Abrió los ojos como platos. —¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!— Dijo totalmente desconsolado y devastado.
Entonces tomó entre sus brazos su chaqueta, dándose cuenta de que tenía una reverenda equis que la había terminado de rasgar. Ciertamente su gusto por la ropa lujosa no era muy compatible con el oficio shinobi, pero casi parecía echarse a llorar mientras sujetaba el cuero cortado.
—¡Kuchiuuuuuuuuuu! — Sollozó mientras se cernía sus ropajes pegados al pecho, aunque luego el médico tuvo que quitársela de las manos para poder vendarle los cortes de la espalda.
Al final se la devolvió y el genin sólo se quedaba viendo el destrozo, sentado en la cama.
Tenía intención de dormir, pero de pronto escuchó algo en los pasillos. Aparentemente habían ingresado inconsciente a otro de los participantes de la Primera División bastante herido tras perder el combate. Hubiese podido conciliar el sueño, hasta que a alguien se le escapó que se trataba de Tsukiyama Daigo.
No se lo pensó dos veces, o mejor dicho, no lo pensó. Salió disparado como una saeta de la cama, saliendo de la habitación y queriendo encontrarse con él. Pero se lo impidieron. Rogó todo lo posible, pero obviamente necesitaban atenderlo.
No le quedó de otra que acatar las órdenes y volver él mismo a su cama asignada a descansar.
Pasaría el tiempo, siendo que cuando finalmente Daigo recuperase la conciencia, él sería el primero en querer ir a verlo. "Tsukiyama..." Tocaría la puerta antes de entrar.
El Yotsuki no estaba demasiado mejor que él. Simplemente portaba los vendajes en brazos y torso, había guardado las gafas y la bandana en el portaobjetos. No estaba realmente seguro de que decir al entrar, o siquiera el por qué había ido tan desesperado a verlo.