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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#2
Todo se había vuelto difuso.

Recordaba el despacho del Morikage y desde luego, lo que había venido luego, cuando se había transformado. La sensación de poder que le había recorrido al formar esa bijuudama. El dolor al devolverle su técnica estrella. En condiciones normales, él nunca podría haber osado hacer algo así. Pero el poder del bijuu se lo había permitido. Crear una técnica mortal. Soportarla en sus carnes. Enfrentarse a su Kage.

Pero el precio a aquel poder había sido demasiado alto.

Aún consciente de todo, ese poder había sido más de lo que él había esperado. ¿Matar a su Kage? ¿Atentar contra la vida de miles de personas? Dios. Temblaba solo de imaginar lo que había hecho. Lo que podría haber hecho. ¿Qué le había llevado a esa decisión? No podía imaginar que hubiera hecho algo así de forma deliberada. Pero aun así, lo había hecho. ¿Había sido el miedo a morir? ¿La negación a ser encarcelado? ¿Un odio visceral creciendo en su interior que no había sido capaz de notar hasta que apretó el gatillo?

Esas preguntas asaltarían su mente, claro. Pero no en ese momento. En el momento en que todo ocurrió, Juro no pensó. Una vez que todo estaba hecho, la situación le había golpeado como un jarro de agua congelada, pero su instinto de supervivencia había sido más fuerte. Había sido capaz de marcharse y de escapar antes de que fuera tarde. Había puesto kilómetros de distancia antes de deshacer la transformación.

Entonces, había salido huyendo, como un ser humano. Incapaz de pensar, de sentir. El titiritero se había convertido en una vulgar marioneta del destino.

El general de Kurama, liberar los poderes de su bijuu, el trato de su Kage, su exilio. Todo se había juntado, como una enorme rueda, que lo había arrastrado hasta aquella extraña situación. ¿Él, un exiliado? ¿Él, dejando su villa? ¿Escapando de su familia y de sus amigos?

¿Quién era él? ¿Qué diablos había pasado? ¿Cómo había acabado ahí?

Lo primero que había sentido, una vez había podido volver a pensar mejor, había sido vergüenza. Él no debería estar escapando. Sintió deseos de volver. Quizá, de alguna forma, pudiera explicar lo que había pasado. Quizá, había otra alternativa: una forma de pagar por lo que había hecho. Sin embargo, la verdad le había golpeado sin si quiera dar un paso.

« Has matado a su Kage. No importa los traumas que hayas tenido, ni la carga, ni la responsabilidad a la que te empujaron. Eras el guardián y has fallado » — le dijo la voz de su conciencia —. « Has cometido un crimen imperdonable. Nadie te perdonará, nunca. Nadie te comprenderá”. »

Juro se quedó en el suelo, de rodillas, mientras temblaba. Estaba llorando.

Nunca, nunca, olvidará aquella imagen. La de ver, desde su cuerpo de bijuu, a su Kage, moribundo, sostenido en las manos de una extraña mujer. Ella le había mirado y había sentido el odio. Se preguntó si ella sería quién le haría pagar por lo que había pasado. ¿Sería un ninja de élite el que extinguiera su vida? ¿Sería uno de sus amigos? ¿Sería su hermana o su querido alumno? Juro empezó a comprender y se dio cuenta de las verdaderas implicaciones del exilio.

No tenía un hogar. No tenía a nadie en quién confiar. Pronto, un precio estaría puesto sobre su cabeza. Y ahora, tampoco tenía un refugio para esconderse de los generales de Kurama, quién, seguro, estarían más que furiosos por haber asesinado a Yubiwa.

Aun temblando, comprendió que solo era cuestión de tiempo. Se había quedado sin bando: estaba en mitad de una guerra y cualquiera de los dos lados significaba la muerte para él. Había matado a un general, pero le había pillado por sorpresa. ¿Podría con otro? ¿Y si venía más de uno? Tampoco se sentía con las fuerzas suficientes como para enfrentarse a un ninja de su propia aldea. ¿Y si volvía a repetirse el hecho? ¿Y si exterminaba a gente inocente sin darse cuenta?

Juro suspiró. Otra vez, se planteó el hecho de su huida. ¿De que servía resistirse? Si al final, todo iba a terminar para él, ¿Por qué no entregarse y que ocurriese lo que tuviera que pasar? O quizá, simplemente, podría hacerlo él mismo: Tragarse uno de sus venenos y morir, o quizá, cortarse las venas con alguna de sus marionetas. Rápido, sencillo y letal. Encontrarían su cuerpo, al fin y al cabo.

Así no tendría que enfrentarse a los rostros de sus amigos y conocidos. No tendría que pagar por lo que había hecho.

No. Incluso después de todo lo que había ocurrido, él no quería acabar de una forma tan cobarde.

« Aún no. Aún no puedo morir. Tengo algo que hacer » — pensó. Juro se refugió en ese único pensamiento y eso le dio fuerzas para seguir corriendo.
Hablo / Pienso

Avatar hecho por la increible Eri-sama.

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Sellos implantados: Hermandad intrepida
  • Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60
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RE: [Unific] El exiliado, el desierto y el escarabajo - por Eikyuu Juro - 16/04/2020, 16:09


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