18/04/2020, 17:43
—¡IDIOTA!
—¿Qué...?
De un momento a otro, Rōga ya tenía agarrado el hombro del peliverde y a punto estuvo de tirarle los dientes que todavía le quedaban, pero por suerte se lo pensó en el último momento.
Estaba preocupado, realmente preocupado por lo que estaba sucediendo. Una vez más la relación entre las aldeas era complicada, incluso más que la primera vez que se vieron, si cabe, pues tarde o temprano probablemente debían verse como enemigos si todo empeoraba.
Cuando el Yotsuki le contó que escuchó que le hicieron mucho daño a Kazuma, y que quizá podría haber sido apropósito.
Daigo quiso negarlo enseguida, pero...
"¡A mí puedes llamarme… el Aplastakusareños!"
Eso sería...
"¡¡¡KINTUSGI!!!"
Un poco complicado.
—Yo... no creo que fuera apropósito —No quería creerlo, porque de ser así, habrían consecuencias—. E incluso si fuera así, nada me va a sacar del torneo.
Le mantuvo la mirada. Sabía que estaba preocupado por él, y por Kazuma, y seguramente por cualquier otro amigo Kusajin que tuviese. Daigo también lo estaba, pero este torneo significaba más que solo demostrar lo que era capaz de hacer, o mejor dicho, demostrar lo que era capaz significaba más que solo eso.
—No creo que suficiente como para que intenten lesionarnos apropósito, pero entiendo que mucha gente nos pueda odiar —apartó la mirada—. Quiero decir, antagonizar a los Jinchuuriki y abandonar la alizana en un momento como este... parece una locura.
Y lo era, casi tan grande como el hecho de que en el resto de aldeas quieran trabajar junto a los Bijuu.
«Pero aún así, los Jinchuuriki no tienen la culpa. Ellos son lo único que nos protege de los Bijuu... debe ser muy difícil».
—¿Qué...?
De un momento a otro, Rōga ya tenía agarrado el hombro del peliverde y a punto estuvo de tirarle los dientes que todavía le quedaban, pero por suerte se lo pensó en el último momento.
Estaba preocupado, realmente preocupado por lo que estaba sucediendo. Una vez más la relación entre las aldeas era complicada, incluso más que la primera vez que se vieron, si cabe, pues tarde o temprano probablemente debían verse como enemigos si todo empeoraba.
Cuando el Yotsuki le contó que escuchó que le hicieron mucho daño a Kazuma, y que quizá podría haber sido apropósito.
Daigo quiso negarlo enseguida, pero...
"¡A mí puedes llamarme… el Aplastakusareños!"
Eso sería...
"¡¡¡KINTUSGI!!!"
Un poco complicado.
—Yo... no creo que fuera apropósito —No quería creerlo, porque de ser así, habrían consecuencias—. E incluso si fuera así, nada me va a sacar del torneo.
Le mantuvo la mirada. Sabía que estaba preocupado por él, y por Kazuma, y seguramente por cualquier otro amigo Kusajin que tuviese. Daigo también lo estaba, pero este torneo significaba más que solo demostrar lo que era capaz de hacer, o mejor dicho, demostrar lo que era capaz significaba más que solo eso.
—No creo que suficiente como para que intenten lesionarnos apropósito, pero entiendo que mucha gente nos pueda odiar —apartó la mirada—. Quiero decir, antagonizar a los Jinchuuriki y abandonar la alizana en un momento como este... parece una locura.
Y lo era, casi tan grande como el hecho de que en el resto de aldeas quieran trabajar junto a los Bijuu.
«Pero aún así, los Jinchuuriki no tienen la culpa. Ellos son lo único que nos protege de los Bijuu... debe ser muy difícil».
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.