18/04/2020, 18:45
Rōga empezó a entrecerrar los ojos de forma peligroso ante las palabras de Daigo, apretando los puños y los dientes con fuerza. Era testarudo igual que él. Se estaba pensando en volver a darle el puñetazo de verdad, pero suspiró y haciendo gala de un gran autocontrol, suspiró y relajó su gesto. Tenía que controlar esa paranoia y efusividad suya en momentos como aquellos, pero eso no aliviaba en lo absoluto el pesar que quería encadenar dentro de su corazón.
—Hijo de puta, aprende que fingiendo que todo está bien en tu mundo no se arreglan las cosas, los demás nos preocupamos y sufrimos— Se llevó la mano a los ojos y se restregó el entrecejo. —¿Te digo la verdad? Tengo miedo, como pocas veces lo he tenido — Agachó la cabeza.
Hubo un silencio largo, se levantó con la mirada gacha y caminó hasta la ventana de la habitación, dándole la espalda a Daigo. Apoyó una mano en el marco, pero no levantaba la mirada.
—No quiero que Kusagakure decida de la nada decida hacerle nada a Aotsuki, pero tampoco quiero que la Alianza desborde odio hacia la Hierba. Pero aunque ni tú ni yo querramos un conflicto, temo que otros si lo hagan. Bájate de tu nube de optimismo por una vez en la vida y piensa en las consecuencias. Lo voy a dejar claro de una vez. Aún cuando tengo grandes amigos en Kusa, también los tengo en Ame y en Uzu...
Bajó la mano de pronto, levantó la cabeza, y poco a poco fue girando su cuello con mirada afilada hacia Daigo.
— ... Si alguien amenaza a Aotsuki, se las va a ver conmigo. Si tú tomas la decisión de obedecer a tu kage o lo que sea, lo entenderé... Sólo quiero que comprendas, lo terriblemente mal que me siento. En el fondo lo que yo más quiero es que tú tengas la razón, y que podamos estar unidos una vez más.
Volteó nuevamente a ver la ventana.
—Hijo de puta, aprende que fingiendo que todo está bien en tu mundo no se arreglan las cosas, los demás nos preocupamos y sufrimos— Se llevó la mano a los ojos y se restregó el entrecejo. —¿Te digo la verdad? Tengo miedo, como pocas veces lo he tenido — Agachó la cabeza.
Hubo un silencio largo, se levantó con la mirada gacha y caminó hasta la ventana de la habitación, dándole la espalda a Daigo. Apoyó una mano en el marco, pero no levantaba la mirada.
—No quiero que Kusagakure decida de la nada decida hacerle nada a Aotsuki, pero tampoco quiero que la Alianza desborde odio hacia la Hierba. Pero aunque ni tú ni yo querramos un conflicto, temo que otros si lo hagan. Bájate de tu nube de optimismo por una vez en la vida y piensa en las consecuencias. Lo voy a dejar claro de una vez. Aún cuando tengo grandes amigos en Kusa, también los tengo en Ame y en Uzu...
Bajó la mano de pronto, levantó la cabeza, y poco a poco fue girando su cuello con mirada afilada hacia Daigo.
— ... Si alguien amenaza a Aotsuki, se las va a ver conmigo. Si tú tomas la decisión de obedecer a tu kage o lo que sea, lo entenderé... Sólo quiero que comprendas, lo terriblemente mal que me siento. En el fondo lo que yo más quiero es que tú tengas la razón, y que podamos estar unidos una vez más.
Volteó nuevamente a ver la ventana.