18/04/2020, 20:30
Muy, muy lejos de calmar al Amejin, las palabras de Daigo parecieron enfurecerlo aún más. Haciendo que Rōga revelara el miedo que sentía. Tenía miedo de que alguien más decidiese hacer esto algo mucho más serio de lo que ya era, que alguien acabara atacando a otra persona y ya no hubiera vuelto atrás, o incluso que los chicos se vieran obligados a acabar con su rivalidad en una situación real ¿O estos eran los temores de Daigo?
—King-san...
El chico se limpió los ojos con el antebrazo y se levantó para situarse al lado de su amigos. Había quedado malherido y todavía le dolía caminar, pero sentía que tenía que hacerlo.
—Esa nube de optimismo está muy, muy arriba —miró a Rōga. Ya no sonreía. Ni quería volver a intentar forzarla como antes—, y yo en cambio estoy aquí abajo.
Hacía mucho tiempo, Daigo le había al amejin que todo estaría bien mientras todo el mundo empujara en la misma dirección. También le había dicho que todo el mundo formaba parte de lo mismo, que nadie sobraba y que no había una sola persona que quedara suelta.
—Yo... también tengo miedo. Sé que no le haré daño a nadie. Lo sé —dijo, pero aunque estaba convencido de lo que decía, sentía como si cada palabra que decía fuera una nueva mentira que añadir a una larga lista.
Al fin y al cabo hacía mucho que se había prometido que no le haría daño a nadie en su vida ninja, y aquí estaba él, seguro de que por mucho que vendara sus manos, todavía había sangre debajo.
»Pero me da miedo que alguien haga una locura, que ya no podamos volver atrás. Eso me da mucho miedo, porque no creo que pueda hacer nada al respecto si sucede.
Se sentía encadenado y no tenía muchas opciones para salir.
—Aún así, no puedo abandonar el torneo, King-san. Simplemente no puedo —suspiró y miró por la ventana—. Quizá lo único que pueda hacer en verdad es intentar tener una pelea honesta con mi oponente.
¿Acaso había algo que pudiera hacer?
—King-san...
El chico se limpió los ojos con el antebrazo y se levantó para situarse al lado de su amigos. Había quedado malherido y todavía le dolía caminar, pero sentía que tenía que hacerlo.
—Esa nube de optimismo está muy, muy arriba —miró a Rōga. Ya no sonreía. Ni quería volver a intentar forzarla como antes—, y yo en cambio estoy aquí abajo.
Hacía mucho tiempo, Daigo le había al amejin que todo estaría bien mientras todo el mundo empujara en la misma dirección. También le había dicho que todo el mundo formaba parte de lo mismo, que nadie sobraba y que no había una sola persona que quedara suelta.
—Yo... también tengo miedo. Sé que no le haré daño a nadie. Lo sé —dijo, pero aunque estaba convencido de lo que decía, sentía como si cada palabra que decía fuera una nueva mentira que añadir a una larga lista.
Al fin y al cabo hacía mucho que se había prometido que no le haría daño a nadie en su vida ninja, y aquí estaba él, seguro de que por mucho que vendara sus manos, todavía había sangre debajo.
»Pero me da miedo que alguien haga una locura, que ya no podamos volver atrás. Eso me da mucho miedo, porque no creo que pueda hacer nada al respecto si sucede.
Se sentía encadenado y no tenía muchas opciones para salir.
—Aún así, no puedo abandonar el torneo, King-san. Simplemente no puedo —suspiró y miró por la ventana—. Quizá lo único que pueda hacer en verdad es intentar tener una pelea honesta con mi oponente.
¿Acaso había algo que pudiera hacer?
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.