18/04/2020, 23:12
Rōga se metió las manos en los bolsillos, empezando a andar hasta la puerta sin voltear a ver a Daigo en ningún momento. Sentía algo de, decepción. En parte porque quizá esperaba escuchar alguna solución de su boca, pero se topó con el mismo muro de siempre: la resignación. Pero, él no iba a caer más en aquel cuento barato. Navegaría contra las corrientes en la más grande de las tempestades, porque él iba a conquistarla.
—Una vez recuerdo haberte dicho, que sí fuese tan fácil que todos entendieran y cooperasen, nadie iría a la guerra en primer lugar — Se detuvo enfrente de la cama del peliverde, pero su mirada seguía sin dirigirse hasta él. —No es sencillo, pero no es imposible — Se quedó en silencio unos segundos, pero su postura se mantenía firme y con la vista al frente. —Si algún día esperas cambiar a las personas, no pretendas que sea ganándote su respeto. Si algo pasa, los problemas están en nuestro presente y las decisiones las tomaremos en el momento. No dudes de lo que tengas que hacer cuando se dé la situación.
Caminó nuevamente hasta la puerta y la abrió, dispuesto a salir, pero sostuvo la puerta unos instantes.
—Quiero que al verme la espalda, las personas sepan que pueden confiar sus alegrías y sus tristezas en mí. Planeo cargar algún día con la gente de Amegakure, ¿pero cómo puedo aspirar a algo cómo eso si no puedo si quiera lidiar con mi presente? Aún con la incertidumbre que tengo ahora, quién no se preocupa por las pequeñas cosas no puede esperar liderar a su pueblo. No sé lo que haré, pero sé que no debo dudar cuando algo suceda— Se giró y le vió de reojo. —¿Realmente peleas por tu orgullo y porque quieres ayudar a la gente? ¿O para convencerte de que haces lo correcto?
Tras decir aquello, no hubo otra despedida. Simplemente, cerraría la puerta y se marcharía del sitio.
Caminaría fuera del hospital, prefería pasar el resto del tiempo en sus aposentos que en la camilla de un hospital.
"Lobo odia los malos presentimientos." Esperaba, estar equivocado esta vez.
—Una vez recuerdo haberte dicho, que sí fuese tan fácil que todos entendieran y cooperasen, nadie iría a la guerra en primer lugar — Se detuvo enfrente de la cama del peliverde, pero su mirada seguía sin dirigirse hasta él. —No es sencillo, pero no es imposible — Se quedó en silencio unos segundos, pero su postura se mantenía firme y con la vista al frente. —Si algún día esperas cambiar a las personas, no pretendas que sea ganándote su respeto. Si algo pasa, los problemas están en nuestro presente y las decisiones las tomaremos en el momento. No dudes de lo que tengas que hacer cuando se dé la situación.
Caminó nuevamente hasta la puerta y la abrió, dispuesto a salir, pero sostuvo la puerta unos instantes.
—Quiero que al verme la espalda, las personas sepan que pueden confiar sus alegrías y sus tristezas en mí. Planeo cargar algún día con la gente de Amegakure, ¿pero cómo puedo aspirar a algo cómo eso si no puedo si quiera lidiar con mi presente? Aún con la incertidumbre que tengo ahora, quién no se preocupa por las pequeñas cosas no puede esperar liderar a su pueblo. No sé lo que haré, pero sé que no debo dudar cuando algo suceda— Se giró y le vió de reojo. —¿Realmente peleas por tu orgullo y porque quieres ayudar a la gente? ¿O para convencerte de que haces lo correcto?
Tras decir aquello, no hubo otra despedida. Simplemente, cerraría la puerta y se marcharía del sitio.
Caminaría fuera del hospital, prefería pasar el resto del tiempo en sus aposentos que en la camilla de un hospital.
"Lobo odia los malos presentimientos." Esperaba, estar equivocado esta vez.