19/04/2020, 00:01
—¿Huh?— Giró su cuello como cachorro confundido y alzó una ceja mientras su boca formaba la forma de un cero. No había entendido la parte de darle una sorpresa a su padre y le había agarrado con la guardia baja con ese comentario. Se limitó a asentir y encogerse de hombros, siguiéndole la corriente a la kunoichi.
Continuaron con su labor de recoger libros, organizando los volúmenes necesarios en pilas. Quizá fue la plática pero a poco habían logrado organizar parte de la estantería. El Yotsuki tuvo que subirse un poco para alcanzar algunos libros que habían quedado arriba sin terminar de tumbarlos él mismo en el intento. Estaba por sugerir que enderezaran la estantería, pero de pronto la voz taciturna de Ren le hizo desistir de aquel intento.
—Yo una vez estuve en el Cementerio del Gobi; fue en una misión de reconocimiento que se terminó complicando mucho más de lo esperado... Ahí había tantas tumbas que era imposible contarlas — Le volteó a ver, pero su rostro era calmado y sonreía. —Fue algo que sucedió antes de que siquiera yo naciera, pero sé que es necesario conocer de dónde venimos para saber a dónde vamos. Y por ello sé que no puedes ir por ahí exigiendo paz para los muertos si con ello esparces odio entre los vivos — se bajó de la estantería de un brinco. El suelo dónde estaban ellos ya estaba despejado.
—¿Qué es lo qué crees tú de todo este asunto? — Puso los brazos en jarra, esperando la respuesta de la chica.
Continuaron con su labor de recoger libros, organizando los volúmenes necesarios en pilas. Quizá fue la plática pero a poco habían logrado organizar parte de la estantería. El Yotsuki tuvo que subirse un poco para alcanzar algunos libros que habían quedado arriba sin terminar de tumbarlos él mismo en el intento. Estaba por sugerir que enderezaran la estantería, pero de pronto la voz taciturna de Ren le hizo desistir de aquel intento.
—Yo una vez estuve en el Cementerio del Gobi; fue en una misión de reconocimiento que se terminó complicando mucho más de lo esperado... Ahí había tantas tumbas que era imposible contarlas — Le volteó a ver, pero su rostro era calmado y sonreía. —Fue algo que sucedió antes de que siquiera yo naciera, pero sé que es necesario conocer de dónde venimos para saber a dónde vamos. Y por ello sé que no puedes ir por ahí exigiendo paz para los muertos si con ello esparces odio entre los vivos — se bajó de la estantería de un brinco. El suelo dónde estaban ellos ya estaba despejado.
—¿Qué es lo qué crees tú de todo este asunto? — Puso los brazos en jarra, esperando la respuesta de la chica.