19/04/2020, 04:16
Cada palabra del Lobo hundía más y más al peliverde, que hacía tiempo que empezaba a tener más dudas que respuestas, y cada vez la diferencia en la balanza se iba haciando más y más grande.
Era como si en su corazón hubieran cien dudas distintas, pero tan solo una tenía respuesta.
No era imposible que todo el mundo cooperara, pero, ¿cómo? Si le llegaba el momento de tomar una decisión complicada, tenía que llevarla hasta el final sin arrepentirse o dudar, pero, ¿tomaría la decisión correcta? ¿Siquiera estaba en su mano decidir algo?
Rōga seguía hablando, y Daigo lo escuchaba, porque realmente no podía hacer otra cosa. Ahí estaba el Lobo totalmente dispuesto a echarse el mundo encima si hacía falta, mientras él se veía incapaz de responder.
—¿Realmente peleas por tu orgullo y porque quieres ayudar a la gente? ¿O para convencerte de que haces lo correcto?
Dos respuestas. La balanza se empezaba a nivelar, aunque fuera solo un poco.
Aún así, eso no impidió que Rōga cerrara la puerta, dejando a Daigo sólo con el silencio, y así podría haberse quedado perfectamente, pero entendió que no hacer nada también era hacer algo, y eso nunca le había dado resultados.
Algo había cambiado en el chico, que corrió hacia la puerta de la habitación y la abrió de golpe, apoyándose en su marco para aliviar el esfuerzo de mantenerse de pie.
—¡King-san! —Quiso llamar su atención—.Quiero hablar contigo, mañana.
Sonreía sin darse cuenta. Por más que se lo propusiera no podía evitar emocionarse cuando pensaba en ciertas cosas.
»¿vale?
Era como si en su corazón hubieran cien dudas distintas, pero tan solo una tenía respuesta.
No era imposible que todo el mundo cooperara, pero, ¿cómo? Si le llegaba el momento de tomar una decisión complicada, tenía que llevarla hasta el final sin arrepentirse o dudar, pero, ¿tomaría la decisión correcta? ¿Siquiera estaba en su mano decidir algo?
Rōga seguía hablando, y Daigo lo escuchaba, porque realmente no podía hacer otra cosa. Ahí estaba el Lobo totalmente dispuesto a echarse el mundo encima si hacía falta, mientras él se veía incapaz de responder.
—¿Realmente peleas por tu orgullo y porque quieres ayudar a la gente? ¿O para convencerte de que haces lo correcto?
Dos respuestas. La balanza se empezaba a nivelar, aunque fuera solo un poco.
Aún así, eso no impidió que Rōga cerrara la puerta, dejando a Daigo sólo con el silencio, y así podría haberse quedado perfectamente, pero entendió que no hacer nada también era hacer algo, y eso nunca le había dado resultados.
Algo había cambiado en el chico, que corrió hacia la puerta de la habitación y la abrió de golpe, apoyándose en su marco para aliviar el esfuerzo de mantenerse de pie.
—¡King-san! —Quiso llamar su atención—.Quiero hablar contigo, mañana.
Sonreía sin darse cuenta. Por más que se lo propusiera no podía evitar emocionarse cuando pensaba en ciertas cosas.
»¿vale?
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.