27/04/2020, 14:27
(Última modificación: 6/05/2020, 13:05 por Maki Isamu. Editado 2 veces en total.)
Un día más empezaba y ya no era novedad el ruido que provenía de las numerosas alarmas de esa habitación. Una y otra vez, sonaban y sonaban, no había nadie que las detenga. O, mejor dicho, el único que podía parar aquel barullo no estaba listo para apagar las alarmas. Parecería que esa persona es alguien muy holgazán o que no le gusta despertarse tan temprano, pero no es así, de hecho, dicha persona es todo lo contrario a lo recién descrito. Sin embargo, esto era lo que se repetía día a día en esta casa, incluso ya hace algunos años que esto se viene dando así.
De una forma u otra, finalmente el novato genin conseguía levantarse de la cama. Se le notaba aún en su cara una expresión de cansancio, pero dentro suyo se sentía con un poco más de energía de lo normal. Esto se debe que en ese día ya se encontraba preparado y listo para empezar a cumplir su labor como shinobi. El sentimiento que sentía no era ansia ni tampoco desespero, pero si cierta curiosidad por saber que es con lo que se iba a deparar ese día.
No hizo larga la espera, lo único que hizo en su casa fue beber agua, tomar una botella con un poco más de agua que guardaría en su portaobjetos y un trozo de pan que iría comiendo en el camino, aunque este último no duraría más que un par de metros fuera de su casa.
Su andar era con un paso rápido, sin llegar a estar corriendo. No tardó mucho en tener a unos cuantos metros de distancia el edificio del Arashikage, de notable presencia y muy fácil de encontrar en la aldea. Atravesando la entrada del edificio, se encuentra con el peculiar y pintoresco vestíbulo. Su primera reacción al atravesar la entrada, fue dar un suspiro y rascarse la nuca con el dedo, había ido un poco rápido hasta allí y no se había despertado hace mucho. Sus pasos se iban ralentizando y su camino iba directo hacía la recepción del lugar.
De una forma u otra, finalmente el novato genin conseguía levantarse de la cama. Se le notaba aún en su cara una expresión de cansancio, pero dentro suyo se sentía con un poco más de energía de lo normal. Esto se debe que en ese día ya se encontraba preparado y listo para empezar a cumplir su labor como shinobi. El sentimiento que sentía no era ansia ni tampoco desespero, pero si cierta curiosidad por saber que es con lo que se iba a deparar ese día.
No hizo larga la espera, lo único que hizo en su casa fue beber agua, tomar una botella con un poco más de agua que guardaría en su portaobjetos y un trozo de pan que iría comiendo en el camino, aunque este último no duraría más que un par de metros fuera de su casa.
Su andar era con un paso rápido, sin llegar a estar corriendo. No tardó mucho en tener a unos cuantos metros de distancia el edificio del Arashikage, de notable presencia y muy fácil de encontrar en la aldea. Atravesando la entrada del edificio, se encuentra con el peculiar y pintoresco vestíbulo. Su primera reacción al atravesar la entrada, fue dar un suspiro y rascarse la nuca con el dedo, había ido un poco rápido hasta allí y no se había despertado hace mucho. Sus pasos se iban ralentizando y su camino iba directo hacía la recepción del lugar.
Hablar — «Pensar»