4/06/2020, 23:51
La desesperación se apoderó del último bandido. Visto con más calma, Yota pudo notar las facciones de un joven de no más de veinte años. Él había visto cómo el rubio se había encargado de sus tres compañeros: el primero con ¿Telaraña? Y a los otros dos con su… ¿Cabello? El colmo fue cuando les lanzó una suerte de baba que los inmovilizó.
El pobre temblaba ya, y, ante el prospecto de ser despachado como sus colegas, se lanzó rostro al suelo en postura de súplica.
—¡L-lo siento! ¡Me rindo!
—¡No! ¡Huye con tu caja! —le dijo uno de los dos presos, forcejeando con su escasa fuerza contra el jutsu de Yota.
—¡¿Estás loco?! —El joven atemorizado alzó un poco la cabeza. Sus ojos y sus cejas mostraban lo asustado que estaba —. ¡No sé de qué es capaz este tipo! ¡Telaraña! ¡Baba! ¡¿Qué tal que me come?! ¡No, señor! ¡Esa mujer dijo que no habría resistencia si hacíamos un buen trabajo! ¡Pero nos mandaron a un ninja!
—¡Es solo uno! ¡Lo entretendremos mientras huyes!
Pero el joven se quedó arrodillado, rendido ante el genin. Claro que el otro bandido estaría equivocado, pues unos segundos después haría acto de presencia la jōnin pelirrosa que se había quedado donde Tamanegiya. Y aunado a ello, se vería por la ventana el rostro triunfal de Kitate Miho.
—¡¡Oh, Sasagani, lo hiciste!!
El pobre temblaba ya, y, ante el prospecto de ser despachado como sus colegas, se lanzó rostro al suelo en postura de súplica.
—¡L-lo siento! ¡Me rindo!
—¡No! ¡Huye con tu caja! —le dijo uno de los dos presos, forcejeando con su escasa fuerza contra el jutsu de Yota.
—¡¿Estás loco?! —El joven atemorizado alzó un poco la cabeza. Sus ojos y sus cejas mostraban lo asustado que estaba —. ¡No sé de qué es capaz este tipo! ¡Telaraña! ¡Baba! ¡¿Qué tal que me come?! ¡No, señor! ¡Esa mujer dijo que no habría resistencia si hacíamos un buen trabajo! ¡Pero nos mandaron a un ninja!
—¡Es solo uno! ¡Lo entretendremos mientras huyes!
Pero el joven se quedó arrodillado, rendido ante el genin. Claro que el otro bandido estaría equivocado, pues unos segundos después haría acto de presencia la jōnin pelirrosa que se había quedado donde Tamanegiya. Y aunado a ello, se vería por la ventana el rostro triunfal de Kitate Miho.
—¡¡Oh, Sasagani, lo hiciste!!
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