31/12/2015, 19:27
Día a día esta kunoichi deambula por doquier, ya sea dentro de la aldea o entre diversos ambientes de distintos países, todos los días de su vida los lleva de esa manera, yendo en la dirección en la que le apetezca moverse incluso cuando no hay senderos claros o si existe algún tipo de impedimento adicional como un precipicio. No sería sorprendente que un día se terminase topando con algún campamento de shinobis de alguna otra aldea y terminase muerta o prisionera, tampoco sería extraño que se meta en algún lugar realmente peligroso del que no pudiera zafarse de ninguna manera. Cualquier posibilidad con ella se tornaba posible lamentablemente.
Luego de un extenso viaje de varias semanas, la pelirroja se dio mediavuelta ya dispuesta a regresar a casa donde podría descansar tranquila, a diferencia de todos los demás lugares en los que se había encontrado. - ¿Cuándo crees que lleguemos...? - Preguntó una madre preocupada que se desplazaba a un lado de su amada hija que por una vez en la vida se veía como una kunoichi normal, pues el maquillaje que siempre traía en la cara se le había borrado a causa de un chapuzón por un río. - No sé, espero que menos de una semana… - Dijo la joven hablándole con la nada misma.
Paso a paso la kunoichi se iba acercando a su aldea, según su mapa iría bien direccionada si se encontraba una serie de ruinas las cuales logró localizar, claro que si, pero había tardado más de la cuenta en hacerlo encontrándose varias veces con la frontera con el país de la tormenta dejando en claro que iba en la dirección contraria, pero ya todo daba igual había encontrado su camino. - Bueno, vamos bien. - Dijo la alegre pelirroja mientras se internaba entre dichas construcciones sin saber lo que le esperaba allí.
- ¿Nunca te preguntaste qué son esas cosas de las paredes? - Preguntó curiosa la fémina que en teoría acompañaba a la kunoichi. - ¿Dibujos de gente con imaginación? - Respondió algo dudosa la joven mientras desviaba de vez en cuando la mirada a las paredes por donde estaban los llamados 'dibujos'. Ni siquiera se percató de que momentos antes un joven había pasado por aquella zona y mucho menos se dio cuenta de que esa misma persona se encontraba descansando en una rama de un árbol cercano a su posición. - ¿Le puse llave a la puerta antes de salir...? - Preguntó con una clara expresión de preocupación pese a que no había nada allí dentro de valor, lo más valioso que tenía era la joya rojiza que le había regalado un genin de Amegakure, pero esta misma la lucía colgando de su cuello gracias a una cadena plateada que compró momentos después de separarse de él.
Luego de un extenso viaje de varias semanas, la pelirroja se dio mediavuelta ya dispuesta a regresar a casa donde podría descansar tranquila, a diferencia de todos los demás lugares en los que se había encontrado. - ¿Cuándo crees que lleguemos...? - Preguntó una madre preocupada que se desplazaba a un lado de su amada hija que por una vez en la vida se veía como una kunoichi normal, pues el maquillaje que siempre traía en la cara se le había borrado a causa de un chapuzón por un río. - No sé, espero que menos de una semana… - Dijo la joven hablándole con la nada misma.
Paso a paso la kunoichi se iba acercando a su aldea, según su mapa iría bien direccionada si se encontraba una serie de ruinas las cuales logró localizar, claro que si, pero había tardado más de la cuenta en hacerlo encontrándose varias veces con la frontera con el país de la tormenta dejando en claro que iba en la dirección contraria, pero ya todo daba igual había encontrado su camino. - Bueno, vamos bien. - Dijo la alegre pelirroja mientras se internaba entre dichas construcciones sin saber lo que le esperaba allí.
- ¿Nunca te preguntaste qué son esas cosas de las paredes? - Preguntó curiosa la fémina que en teoría acompañaba a la kunoichi. - ¿Dibujos de gente con imaginación? - Respondió algo dudosa la joven mientras desviaba de vez en cuando la mirada a las paredes por donde estaban los llamados 'dibujos'. Ni siquiera se percató de que momentos antes un joven había pasado por aquella zona y mucho menos se dio cuenta de que esa misma persona se encontraba descansando en una rama de un árbol cercano a su posición. - ¿Le puse llave a la puerta antes de salir...? - Preguntó con una clara expresión de preocupación pese a que no había nada allí dentro de valor, lo más valioso que tenía era la joya rojiza que le había regalado un genin de Amegakure, pero esta misma la lucía colgando de su cuello gracias a una cadena plateada que compró momentos después de separarse de él.