24/06/2020, 00:09
Y la noche finalmente llegó en la solitaria casa. Pese a que la puerta estaba abierta, el ruido de la lluvia no parecía ser lo suficientemente fuerte para poner en alerta al Hōzuki. Ni el viento en las ventanas, ni los estruendosos truenos... Ni mucho menos los cadenciosos pasos en el pasillo, dados por una alta silueta que no era más que una sombra negra en la oscuridad de la noche. Parecía curiosa de la habitación, adentrándose. Ni siquiera le sonido de la puerta al correrse fue suficiente para que el joven volviese al mundo consciente.
—¿Cómo duermes tan tranquilo en casa ajena..? — Pese a que era imposible notarlo en la oscuridad, sonrió.
Y su mano de inmediato fue hasta la garganta del genin, siendo que la falta de oxígeno en los pulmones más pronto que tarde lograrían que el sentido de peligro finalmente lo despertase. Un rayo caería y por unos instantes podría verlo: Un hombre de metro ochenta, no muy flaco pero tampoco excesivamente fornido. Al menos podría deducir que su agarre era claramente el doble de fuerte que el del propio Isamu. Estaba cubierto por una harapienta capa rasgada y sus cabellos eran largos y desaliñados, además de tener una barba para nada cuidada. Era difícil discernir el resto de sus facciones, pero su pelo era de algún color oscuro.
La luz del relámpago se iría, pero sentiría aún al hombre cernido sobre él y la presión de su mano en su garganta.
—¿Cómo duermes tan tranquilo en casa ajena..? — Pese a que era imposible notarlo en la oscuridad, sonrió.
Y su mano de inmediato fue hasta la garganta del genin, siendo que la falta de oxígeno en los pulmones más pronto que tarde lograrían que el sentido de peligro finalmente lo despertase. Un rayo caería y por unos instantes podría verlo: Un hombre de metro ochenta, no muy flaco pero tampoco excesivamente fornido. Al menos podría deducir que su agarre era claramente el doble de fuerte que el del propio Isamu. Estaba cubierto por una harapienta capa rasgada y sus cabellos eran largos y desaliñados, además de tener una barba para nada cuidada. Era difícil discernir el resto de sus facciones, pero su pelo era de algún color oscuro.
La luz del relámpago se iría, pero sentiría aún al hombre cernido sobre él y la presión de su mano en su garganta.