29/06/2020, 01:50
Habiéndose deshecho tiempo atrás la "baba" con la que dos de los bandidos habían sido atrapados, los cuatro se pusieron de pie y, después de un breve intercambio de miradas, comenzaron a caminar temerosamente.
Al inicio parecían algo indecisos, pero después de unos segundos de ubicarse, emprendieron la travesía. Caminaron en fila hacia el lugar por donde Yota había visto surgir la neblina, mirando de vez en cuando a los ninjas que los custodiaban. Pasaron por encima de la cerca con poca dificultad y siguieron hacia el sur, adentrándose en el bosque pero sin alcanzar ninguna arboleda profunda, luego girarían al sureste, con la luz de la luna mostrando su andar. Ranko caminaría a la derecha de los bandidos, vigilando que se mantuvieran bajo control, aunque no parecían querer más problemas.
Los hombres estuvieron en silencio toda la caminata. De vez en cuando, el bandido del frente se detendría frente algún árbol y palparía el tronco a aproximadamente un metro de altura, y murmuraría "Marca". Si no la encontraba, corregiría su rumbo hasta que se topara con un árbol que la tuviera. Si alguno de los shinobi se sentía curioso e imitaba al bandido, encontraría tallado en la corteza un cuadrado dividido en cuatro, el kanji 田, campo de arroz, con un clavo pequeño en el centro.
Eventualmente, después de poco más de un par de horas de caminata, se detuvieron.
—Allí —suspiró el bandido del frente, con voz cansina, mientras apuntaba al frente. Más allá se notaba un claro estrecho, y en su borde sur, una estructura vieja con ventanas cubiertas con tablas —. Solemos encontrarnos con ella a la puerta de esa casa. A veces ella sale, a veces nos la encontramos cuando ella va llegando. N-no sabemos si ahora estará dentro. Como nos fuimos antes, harán falta unas horas para la… ahm… entrega.
—¿P-podemos irnos ya? —preguntó otro, pero el primero continuó.
—Nos dijo su nombre una vez. Era… ahm… Iwada. Iwada Ririki.
Incluso si Hana Sora era familiar con los registros ninja, apenas y reconocería aquel nombre como una chūnin desaparecida hacía ya tiempo.
Al inicio parecían algo indecisos, pero después de unos segundos de ubicarse, emprendieron la travesía. Caminaron en fila hacia el lugar por donde Yota había visto surgir la neblina, mirando de vez en cuando a los ninjas que los custodiaban. Pasaron por encima de la cerca con poca dificultad y siguieron hacia el sur, adentrándose en el bosque pero sin alcanzar ninguna arboleda profunda, luego girarían al sureste, con la luz de la luna mostrando su andar. Ranko caminaría a la derecha de los bandidos, vigilando que se mantuvieran bajo control, aunque no parecían querer más problemas.
Los hombres estuvieron en silencio toda la caminata. De vez en cuando, el bandido del frente se detendría frente algún árbol y palparía el tronco a aproximadamente un metro de altura, y murmuraría "Marca". Si no la encontraba, corregiría su rumbo hasta que se topara con un árbol que la tuviera. Si alguno de los shinobi se sentía curioso e imitaba al bandido, encontraría tallado en la corteza un cuadrado dividido en cuatro, el kanji 田, campo de arroz, con un clavo pequeño en el centro.
Eventualmente, después de poco más de un par de horas de caminata, se detuvieron.
—Allí —suspiró el bandido del frente, con voz cansina, mientras apuntaba al frente. Más allá se notaba un claro estrecho, y en su borde sur, una estructura vieja con ventanas cubiertas con tablas —. Solemos encontrarnos con ella a la puerta de esa casa. A veces ella sale, a veces nos la encontramos cuando ella va llegando. N-no sabemos si ahora estará dentro. Como nos fuimos antes, harán falta unas horas para la… ahm… entrega.
—¿P-podemos irnos ya? —preguntó otro, pero el primero continuó.
—Nos dijo su nombre una vez. Era… ahm… Iwada. Iwada Ririki.
Incluso si Hana Sora era familiar con los registros ninja, apenas y reconocería aquel nombre como una chūnin desaparecida hacía ya tiempo.
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