2/07/2020, 19:51
(Última modificación: 3/07/2020, 06:16 por Sagiso Ranko. Editado 1 vez en total.
Razón: Cambio de color de diálogo
)
La preocupación crecía exponencialmente en los rostros de los bandidos. Reaccionaron con algo de miedo a la araña parlante, pero la escucharon.
—O-oi… —Le dijo uno de los hombres al arácnido —. ¿Q-qué garantía tenemos d-de que saldremos bien? Si Iwada intenta hacernos algo… nos ayudarán, ¿verdad? Porque les hemos ayudado, ¿verdad? ¿Verdad?
Parecía que todos compartían tal interrogante. Sin embargo, antes de que pudiesen decir algo más, o incluso antes de que Kumopansa pudiese responder, algo hizo que se tornaran lívidos.
Hubo ruido en el bosque. Era leve, pero audible si se estaba relativamente quieto. El ruido característico de una persona caminando entre plantas y hojarasca. Los bandidos giraron la cabeza con suma lentitud y, del lado opuesto a donde estaban los ninjas, pudieron ver una figura que se movía pesadamente, sin prisa ni pausa. Iba encapuchada, con la capa encima, y parecía arrastrar un gran saco. Kumopansa, al estar con los hombres, podría verla también, mientras que a sus compañeros, en lo alto, les costaría un poco más apreciarla, a pesar de la luz lunar que bañaba el área.
La figura se detendría en seco en el borde del claro, justo antes de entrar en él, y miraría fijamente a los bandidos. Su rostro no se distinguía, pero sus ensombrecidos ojos fulminaban al grupo, y ellos lo sabían. Ni ella esperaba que ellos estuviesen allí, ni ellos esperaban que regresara en ese momento.
—No deberían estar aquí.
Su voz era baja, pero llegó con claridad a los bandidos y a Kumopansa. Por el momento, ésta última no parecía haber llamado la atención de la mujer. El cuarteto quedó paralizado, sin saber qué hacer.
Arriba, en los árboles, Ranko miraría a su sensei, esperando instrucciones.
—O-oi… —Le dijo uno de los hombres al arácnido —. ¿Q-qué garantía tenemos d-de que saldremos bien? Si Iwada intenta hacernos algo… nos ayudarán, ¿verdad? Porque les hemos ayudado, ¿verdad? ¿Verdad?
Parecía que todos compartían tal interrogante. Sin embargo, antes de que pudiesen decir algo más, o incluso antes de que Kumopansa pudiese responder, algo hizo que se tornaran lívidos.
Hubo ruido en el bosque. Era leve, pero audible si se estaba relativamente quieto. El ruido característico de una persona caminando entre plantas y hojarasca. Los bandidos giraron la cabeza con suma lentitud y, del lado opuesto a donde estaban los ninjas, pudieron ver una figura que se movía pesadamente, sin prisa ni pausa. Iba encapuchada, con la capa encima, y parecía arrastrar un gran saco. Kumopansa, al estar con los hombres, podría verla también, mientras que a sus compañeros, en lo alto, les costaría un poco más apreciarla, a pesar de la luz lunar que bañaba el área.
La figura se detendría en seco en el borde del claro, justo antes de entrar en él, y miraría fijamente a los bandidos. Su rostro no se distinguía, pero sus ensombrecidos ojos fulminaban al grupo, y ellos lo sabían. Ni ella esperaba que ellos estuviesen allí, ni ellos esperaban que regresara en ese momento.
—No deberían estar aquí.
Su voz era baja, pero llegó con claridad a los bandidos y a Kumopansa. Por el momento, ésta última no parecía haber llamado la atención de la mujer. El cuarteto quedó paralizado, sin saber qué hacer.
Arriba, en los árboles, Ranko miraría a su sensei, esperando instrucciones.
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