9/07/2020, 19:22
La precaución dio lugar a la curiosidad, y luego a la sorpresa en la mente de Ranko. De cierta manera se maravilló de que pudiera hacer algo como trasplantar un Kekkei Genkai en tales condiciones.
Algo al fondo atrajo a Yota rápidamente.
—E-espera, Yota-san…
La chica se detuvo a medio camino y ojeó una mesa. Había archivos, reportes y entradas de diario. No pudo leer todo, claro está, sólo algunas líneas.
—"El sujeto doce se encuentra estable por el momento" —El horror comenzó a asentarse dentro de Ranko, y su respiración se aceleró. Las palabras de Ririki ganaban más sentido —. ¿Doce? Sus… Sus vidas...
Entonces volteó a ver a Yota quien ponía una mano sobre el cristal.
—Taeko-chan…
El tiempo se detuvo. Hacía ya un tiempo que no escuchaba ese nombre. Principalmente, lo había escuchado acompañado de la pregunta "¿Dónde está?". Varias voces cruzaron la mente de la Kusajin casi al mismo tiempo. Algunas de su familia, otras de una Amejin con el símbolo de la luna en la frente.
—Taeko… —gimió Ranko, llevándose una mano a la boca. ¿Acaso era posible? ¿Era aquel el cuerpo de la amiga de Ayame? Y Yota… se escuchaba destrozado. La de la trenza dio un par más de pasos en dirección al rubio —. Yota-san. E… ¿Ella…?
—¡¿POR QUÉ?! ¡¿POR QUÉ LE HICISTE ESO?!
—¡Yota-san!
Apenas y lo vio, apenas y pudo reaccionar. Con un grito furioso que sacudió a Ranko, Yota se lanzó contra la mujer. Ranko intentó extender el brazo, pero lo hizo demasiado tarde. Sin embargo, el genin chocó contra algo que no era su objetivo.
—YOTA.
En un parpadeo, la jōnin se había puesto frente al chico y había recibido el impacto de su cuerpo, aunque había logrado evitar el Raiton al meter su brazo por debajo del de Yota y desviarlo. Sora usaba toda su fuerza para empujar y retener el torso del rubio, evitando su avance. Había quedado a tres míseros metros de Ririki. El chidori aullaba, colérico como su invocador.
—Yota-kun —La voz de la pelirrosa era seria, autoritaria. Yota la sentiría justo en su oído —. Yota-kun, no. No te diré que te calmes, ni diré que sé cómo te sientes. Pero no debes ceder. Es… una criminal inhumana. Pero mírala. Está sufriendo. No vale la pena mancharte las manos. Que la justicia de Kusagakure le haga pagar. Por todo.
Ririki se retorcía en el suelo, encorvada. Su brazo izquierdo ya sangraba, y le producía una enorme cantidad de evidente dolor.
—¡Porque era necesario! ¡Mi padre recibió a Hirami! ¡Y yo vi crecer a su hija! ¡Y me di cuenta de que Taeko no usaría su don adecuadamente! —Intentó alzar la mirada, una inyectada en sangre, de locura total —. ¡Era necesario para el progreso! ¡No mío! ¡De todo el mundo! ¡S-sólo mírala! ¡A mi muñeca! ¡E-es perfecta! Mi brazo… e-es solamente un prototipo. ¡Pero ella! ¡Ella será totalmente funcional!
Ranko, ya con lágrimas en los ojos, miraba a Yota, sumamente preocupada por él, pero se acercó a las chicas. Algo le atrajo. Era como si una parte de ella quisiera ver la realidad. No todos, ni siquiera aquellos provenientes de Kusagakure, eran buenas personas. No todos la tratarían amablemente. No. Algunos harían cosas horribles con ella si pudiesen.
—¿Funcional? Como… ¿como un objeto? —dijo Ranko con voz alterada. Apartó la mirada de Taeko apenas la posó en ella, en el desastre que eran sus restos —. Y… Y su brazo.
”Dijo que el hongo ayudaba con… trasplantes.”
—¿Dónde está el brazo de Taeko-san?
Ririki bajó la mirada, desesperada, hacia su brazo izquierdo.
—Era necesario… Era… Era necesario. Necesitaba… Sus huesos. Sus células. Su cuerpo… Era necesario...
Ranko se cubría la boca, horrorizada. Sora apretó aun más a Yota para evitar que se lanzase de nuevo contra Ririki. La exiliada lloraba del dolor mientras repetía las mismas dos palabras. "Era necesario."
Algo al fondo atrajo a Yota rápidamente.
—E-espera, Yota-san…
La chica se detuvo a medio camino y ojeó una mesa. Había archivos, reportes y entradas de diario. No pudo leer todo, claro está, sólo algunas líneas.
—"El sujeto doce se encuentra estable por el momento" —El horror comenzó a asentarse dentro de Ranko, y su respiración se aceleró. Las palabras de Ririki ganaban más sentido —. ¿Doce? Sus… Sus vidas...
Entonces volteó a ver a Yota quien ponía una mano sobre el cristal.
—Taeko-chan…
El tiempo se detuvo. Hacía ya un tiempo que no escuchaba ese nombre. Principalmente, lo había escuchado acompañado de la pregunta "¿Dónde está?". Varias voces cruzaron la mente de la Kusajin casi al mismo tiempo. Algunas de su familia, otras de una Amejin con el símbolo de la luna en la frente.
«Yo también conozco a varias personas de tu aldea. Entre ellas una chica bastante bonita pero muda la pobre... ¿La has visto?»
«Creo que se lastimó su garganta cuando era pequeña, yo qué sé.»
«Hace mucho que no sé de ella, espero que esté bien...»
«¡Pero debo de admitir que es muy bonita! Su cabello es como blanco, se ve genial.»
«No la conocía mucho, pero era una buena chica.»
«Dos kanji, tres sílabas y terminan igual. Ella es...»
«Creo que se lastimó su garganta cuando era pequeña, yo qué sé.»
«Hace mucho que no sé de ella, espero que esté bien...»
«¡Pero debo de admitir que es muy bonita! Su cabello es como blanco, se ve genial.»
«No la conocía mucho, pero era una buena chica.»
«Dos kanji, tres sílabas y terminan igual. Ella es...»
—Taeko… —gimió Ranko, llevándose una mano a la boca. ¿Acaso era posible? ¿Era aquel el cuerpo de la amiga de Ayame? Y Yota… se escuchaba destrozado. La de la trenza dio un par más de pasos en dirección al rubio —. Yota-san. E… ¿Ella…?
«...Y las Kikazura, pobres almas, llegaron hace tiempo ya. ¿Han sabido de ellas? Oh, que los Dioses las amparen. La madre, sumamente enferma. La hija, muda. ¡Tendrían futuro en la Aldea, si se hubieran quedado!»
—¡¿POR QUÉ?! ¡¿POR QUÉ LE HICISTE ESO?!
—¡Yota-san!
Apenas y lo vio, apenas y pudo reaccionar. Con un grito furioso que sacudió a Ranko, Yota se lanzó contra la mujer. Ranko intentó extender el brazo, pero lo hizo demasiado tarde. Sin embargo, el genin chocó contra algo que no era su objetivo.
—YOTA.
En un parpadeo, la jōnin se había puesto frente al chico y había recibido el impacto de su cuerpo, aunque había logrado evitar el Raiton al meter su brazo por debajo del de Yota y desviarlo. Sora usaba toda su fuerza para empujar y retener el torso del rubio, evitando su avance. Había quedado a tres míseros metros de Ririki. El chidori aullaba, colérico como su invocador.
—Yota-kun —La voz de la pelirrosa era seria, autoritaria. Yota la sentiría justo en su oído —. Yota-kun, no. No te diré que te calmes, ni diré que sé cómo te sientes. Pero no debes ceder. Es… una criminal inhumana. Pero mírala. Está sufriendo. No vale la pena mancharte las manos. Que la justicia de Kusagakure le haga pagar. Por todo.
Ririki se retorcía en el suelo, encorvada. Su brazo izquierdo ya sangraba, y le producía una enorme cantidad de evidente dolor.
—¡Porque era necesario! ¡Mi padre recibió a Hirami! ¡Y yo vi crecer a su hija! ¡Y me di cuenta de que Taeko no usaría su don adecuadamente! —Intentó alzar la mirada, una inyectada en sangre, de locura total —. ¡Era necesario para el progreso! ¡No mío! ¡De todo el mundo! ¡S-sólo mírala! ¡A mi muñeca! ¡E-es perfecta! Mi brazo… e-es solamente un prototipo. ¡Pero ella! ¡Ella será totalmente funcional!
Ranko, ya con lágrimas en los ojos, miraba a Yota, sumamente preocupada por él, pero se acercó a las chicas. Algo le atrajo. Era como si una parte de ella quisiera ver la realidad. No todos, ni siquiera aquellos provenientes de Kusagakure, eran buenas personas. No todos la tratarían amablemente. No. Algunos harían cosas horribles con ella si pudiesen.
—¿Funcional? Como… ¿como un objeto? —dijo Ranko con voz alterada. Apartó la mirada de Taeko apenas la posó en ella, en el desastre que eran sus restos —. Y… Y su brazo.
”Dijo que el hongo ayudaba con… trasplantes.”
—¿Dónde está el brazo de Taeko-san?
Ririki bajó la mirada, desesperada, hacia su brazo izquierdo.
—Era necesario… Era… Era necesario. Necesitaba… Sus huesos. Sus células. Su cuerpo… Era necesario...
Ranko se cubría la boca, horrorizada. Sora apretó aun más a Yota para evitar que se lanzase de nuevo contra Ririki. La exiliada lloraba del dolor mientras repetía las mismas dos palabras. "Era necesario."
«Espero que, esté donde esté, se encuentre bien. ¿Y quién sabe? Quizás algún día nos volveremos a encontrar.»
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