11/07/2020, 00:05
—Taeko-chan querría que la vengase, Taeko-chan querría que sus amigos hiciesen pagar a esta loca por lo que le ha hecho y eso es lo que pretendo hacer
—¿En serio querría eso Taeko? —Fue la respuesta de Sora.
Al final, el rubio logró controlar su arranque de ira. Le espetó lo asqueado que estaba, ante lo cual Ririki sólo sollozó más.
Cada segundo en aquella guarida le daba más escalofríos a Ranko. La de la trenza dio un paso hacia la cama. Aquella chica… Su expresión estaba entre el dolor y el sueño, y su aliento era débil. Ranko se preguntó por qué no estaba conectada a un respirador o algo así. Parecía haber sido afectada en demasía por los experimentos de la mujer, pues ni siquiera podía identificar el color original de su piel o su cabello. Ranko extendió lentamente una mano y tocó el dorso de la siniestra de la chica. Su piel estaba fría, como si no fuese humana.
De pronto, la chica abrió los ojos y miró a la Kusajin. Su mirada estaba vacía, y el contacto visual con esos ojos verdes apagados duró un segundo solamente. Luego, la chica suspiró y cayó dormida de nuevo.
—¡E-Ella está viva! ¡C-creo que necesita atención médica!
—¡NO! —gritó de repente Ririki. Golpeó el suelo con sus manos, como si quisiera recoger algo invisible por debajo de la arena, pero no hizo más que lastimarse —. ¡No se la llevarán! ¡Estoy tan cerca! ¡En Kusagakure sólo romperán a mi muñeca! ¡Debe de quedarse conmigo! ¡No sabrán cómo explotar su don adecuadamente!
—Sí, hay que llevarla. Revisa si está conectada a algún soporte vital, Ranko-chan. Debe de tener familia que la busque. —Sora parecía ignorar a Ririki, aunque en realidad no le quitaba la mirada de encima.
Ranko asintió del otro lado del pasillo y comenzó a revisar los cables con los que estaba conectada a la máquina. Parecían ser todos nodos, sin ninguna aguja, a excepción de un suero intravenoso. Fuera de eso, parecía ser seguro moverla. La chica solamente estaba cubierta por una manta ligera que apenas le cubría el torso y hasta medio muslo.
—P-Parece ser que no, Sora-sensei.
—Yota-kun —La jōnin tomó a Yota del hombro, preparándose para hablarle con franqueza —. Creo que Taeko-chan se merecería un entierro digno. Y tú eres el más cercano a ella ahora...
Sabía que le dolería, pero era una decisión necesaria en ese momento. No podían dejarla en aquella caja, perdida en el bosque, en el sótano de una cabaña vieja, ¿o sí?
—¿En serio querría eso Taeko? —Fue la respuesta de Sora.
Al final, el rubio logró controlar su arranque de ira. Le espetó lo asqueado que estaba, ante lo cual Ririki sólo sollozó más.
Cada segundo en aquella guarida le daba más escalofríos a Ranko. La de la trenza dio un paso hacia la cama. Aquella chica… Su expresión estaba entre el dolor y el sueño, y su aliento era débil. Ranko se preguntó por qué no estaba conectada a un respirador o algo así. Parecía haber sido afectada en demasía por los experimentos de la mujer, pues ni siquiera podía identificar el color original de su piel o su cabello. Ranko extendió lentamente una mano y tocó el dorso de la siniestra de la chica. Su piel estaba fría, como si no fuese humana.
De pronto, la chica abrió los ojos y miró a la Kusajin. Su mirada estaba vacía, y el contacto visual con esos ojos verdes apagados duró un segundo solamente. Luego, la chica suspiró y cayó dormida de nuevo.
—¡E-Ella está viva! ¡C-creo que necesita atención médica!
—¡NO! —gritó de repente Ririki. Golpeó el suelo con sus manos, como si quisiera recoger algo invisible por debajo de la arena, pero no hizo más que lastimarse —. ¡No se la llevarán! ¡Estoy tan cerca! ¡En Kusagakure sólo romperán a mi muñeca! ¡Debe de quedarse conmigo! ¡No sabrán cómo explotar su don adecuadamente!
—Sí, hay que llevarla. Revisa si está conectada a algún soporte vital, Ranko-chan. Debe de tener familia que la busque. —Sora parecía ignorar a Ririki, aunque en realidad no le quitaba la mirada de encima.
Ranko asintió del otro lado del pasillo y comenzó a revisar los cables con los que estaba conectada a la máquina. Parecían ser todos nodos, sin ninguna aguja, a excepción de un suero intravenoso. Fuera de eso, parecía ser seguro moverla. La chica solamente estaba cubierta por una manta ligera que apenas le cubría el torso y hasta medio muslo.
—P-Parece ser que no, Sora-sensei.
—Yota-kun —La jōnin tomó a Yota del hombro, preparándose para hablarle con franqueza —. Creo que Taeko-chan se merecería un entierro digno. Y tú eres el más cercano a ella ahora...
Sabía que le dolería, pero era una decisión necesaria en ese momento. No podían dejarla en aquella caja, perdida en el bosque, en el sótano de una cabaña vieja, ¿o sí?
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