25/07/2020, 23:49
Cuando una auténtica Hija de la Tormenta terminó el contra todo pronóstico inspirador y potente discurso, un llanto comenzó y el otro cesó. Cesó el de Amekoro Yui, que quedó totalmente en silencio, recomponiéndose. Comenzó el de Amenokami, con el cielo tiñéndose de gris y rompiendo a llover segundos después. Era como si Aotsuki Ayame hubiese revivido la fe de Amenokami en sus retoños.
—Has crecido mucho, Ayame —dijo Shanise, que había alzado la mirada para dedicársela a ella. Se quitó la máscara y le devolvió una sonrisa con dientes afilados, pero amable. Distinta de la de Yui. Cálida. Una con la que Ayame se había identificado muchas veces.
—Eso es... Eso es, joder. —Yui se levantó, enjuagándose las lágrimas. Se dio la vuelta, y se lanzó hacia Ayame para darle un abrazo. Con todas sus fuerzas. Con lo que todo ello implicaba—. Gracias, Ayame —le susurró.
—Entonces... ¿ahora qué? ¿Te irás a Shinogi-to...? —dijo Shanise, con voz triste, desviando la mirada hacia una estantería llena de libros que no parecía nada interesante.
Curiosamente, el lomo del libro del fondo, un tomo viejo y bastante grueso, rezaba: Todo sobre el chakra natural.
Yui negó con la cabeza, y caminó con decisión hacia la parte de atrás del que había sido su despacho. Se quitó el sombrero de Señora Feudal, lo alzó en el aire y...
...se deshizo en agua.
—Declaro el fin de la monarquía feudal.
—¿¡Qué estás diciendo!?
—A partir de ahora, los shinobi y kunoichi del País de la Tormenta conducirán sus destinos con sus propias manos. Con esta declaración, establezco y ocupo un nuevo cargo, superior al de Kage, en la nueva capital del País: Amegakure. El de Arashi. Soy Amekoro Yui, la primera Tormenta de Amegakure.
Yui se dio la vuelta, y le dedicó a Shanise una sonrisa tan cálida que casi parecía de las que la jōnin dedicaba a Ayame. No, era más cálida. Impropia de ella.
»Cuando la Tormenta se apague, uno de sus Hijos de la Tormenta tomará su nombre. El más preparado. El líder. Y dicho líder eligirá de nuevo un futuro sucesor. Como Tormenta, necesito mi Sombra. Sé mi Arashikage, Hōzuki Shanise.
—Yui, yo... ¡Esto es muy precipitado, no voy a ser capaz de...!
La Tormenta se acercó a Shanise, clavó sus ojos eléctricos en ella y acarició su rostro. Gentilmente, depositó un breve beso en sus labios.
—Siempre estuviste más preparada que yo, cariño. Nunca podría haberlo hecho sin ti.
Se separó.
»Además, no voy a irme a ningún lado, ¿entiendes? ¡Solo que tú te comerás todos los marrones, JAJAJA —Ahí estaba. La Yui de siempre—. ¡Suerte con esa estirada de Kintsugi!
Shanise le dio un puñetazo en el hombro, apartándola, riéndose.
—Gilipollas.
—Has crecido mucho, Ayame —dijo Shanise, que había alzado la mirada para dedicársela a ella. Se quitó la máscara y le devolvió una sonrisa con dientes afilados, pero amable. Distinta de la de Yui. Cálida. Una con la que Ayame se había identificado muchas veces.
—Eso es... Eso es, joder. —Yui se levantó, enjuagándose las lágrimas. Se dio la vuelta, y se lanzó hacia Ayame para darle un abrazo. Con todas sus fuerzas. Con lo que todo ello implicaba—. Gracias, Ayame —le susurró.
—Entonces... ¿ahora qué? ¿Te irás a Shinogi-to...? —dijo Shanise, con voz triste, desviando la mirada hacia una estantería llena de libros que no parecía nada interesante.
Curiosamente, el lomo del libro del fondo, un tomo viejo y bastante grueso, rezaba: Todo sobre el chakra natural.
Yui negó con la cabeza, y caminó con decisión hacia la parte de atrás del que había sido su despacho. Se quitó el sombrero de Señora Feudal, lo alzó en el aire y...
...se deshizo en agua.
—Declaro el fin de la monarquía feudal.
—¿¡Qué estás diciendo!?
—A partir de ahora, los shinobi y kunoichi del País de la Tormenta conducirán sus destinos con sus propias manos. Con esta declaración, establezco y ocupo un nuevo cargo, superior al de Kage, en la nueva capital del País: Amegakure. El de Arashi. Soy Amekoro Yui, la primera Tormenta de Amegakure.
Yui se dio la vuelta, y le dedicó a Shanise una sonrisa tan cálida que casi parecía de las que la jōnin dedicaba a Ayame. No, era más cálida. Impropia de ella.
»Cuando la Tormenta se apague, uno de sus Hijos de la Tormenta tomará su nombre. El más preparado. El líder. Y dicho líder eligirá de nuevo un futuro sucesor. Como Tormenta, necesito mi Sombra. Sé mi Arashikage, Hōzuki Shanise.
—Yui, yo... ¡Esto es muy precipitado, no voy a ser capaz de...!
La Tormenta se acercó a Shanise, clavó sus ojos eléctricos en ella y acarició su rostro. Gentilmente, depositó un breve beso en sus labios.
—Siempre estuviste más preparada que yo, cariño. Nunca podría haberlo hecho sin ti.
Se separó.
»Además, no voy a irme a ningún lado, ¿entiendes? ¡Solo que tú te comerás todos los marrones, JAJAJA —Ahí estaba. La Yui de siempre—. ¡Suerte con esa estirada de Kintsugi!
Shanise le dio un puñetazo en el hombro, apartándola, riéndose.
—Gilipollas.