26/07/2020, 16:55
La sonrisa de Ririki desapareció gradualmente tras la sentencia de Yota. Ranko compartía su postura a medias. Claro, la mujer merecía un castigo intenso. ¿Pero acaso no había otra manera? ¿Habría algún modo de resarcir lo que había hecho?
"No. No puede hacer nada para reparar los daños que ha hecho. Pero tampoco se puede hacer nada con ella. No importa qué haga ella o cómo se le castigue. Taeko-san no volverá. Ni esta chica vivirá normalmente. ¿Qué nos queda, entonces?"
Sólo el traqueteo de la máquina rompía el silencio en aquel viaje. Yota vería los bosques pasar por la ventana. Ranko miraría a su compañero y a la chica alternadamente. Ririki no apartaría sus ojos de la "muñeca". Sora vigilaría a todos constantemente. Solamente volvieron a dirigirse la palabra al bajar del tren, al atardecer.
—Casi llegamos a la aldea. Bajen con cuidado, chicos. Camina, mujer.
El cuerpo de Taeko había perdido parte de su frío, pero la cobija de Ao le había permitido conservarse. Ranko reacomodó a la chica en sus brazos, mientras que Sora apresó a Ririki con un fuerte agarre en el hombro y le obligó a moverse, aunque fuese a paso lento. La criminal no se resistió, aunque era más peso muerto que otra cosa. Si la hubiesen abandonado a su suerte, ella no habría puesto queja.
La tarde se tornaba oscura ya cuando el cansado grupo vio el puente y las puertas de Kusagakure no Sato.
"No. No puede hacer nada para reparar los daños que ha hecho. Pero tampoco se puede hacer nada con ella. No importa qué haga ella o cómo se le castigue. Taeko-san no volverá. Ni esta chica vivirá normalmente. ¿Qué nos queda, entonces?"
Sólo el traqueteo de la máquina rompía el silencio en aquel viaje. Yota vería los bosques pasar por la ventana. Ranko miraría a su compañero y a la chica alternadamente. Ririki no apartaría sus ojos de la "muñeca". Sora vigilaría a todos constantemente. Solamente volvieron a dirigirse la palabra al bajar del tren, al atardecer.
—Casi llegamos a la aldea. Bajen con cuidado, chicos. Camina, mujer.
El cuerpo de Taeko había perdido parte de su frío, pero la cobija de Ao le había permitido conservarse. Ranko reacomodó a la chica en sus brazos, mientras que Sora apresó a Ririki con un fuerte agarre en el hombro y le obligó a moverse, aunque fuese a paso lento. La criminal no se resistió, aunque era más peso muerto que otra cosa. Si la hubiesen abandonado a su suerte, ella no habría puesto queja.
La tarde se tornaba oscura ya cuando el cansado grupo vio el puente y las puertas de Kusagakure no Sato.
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