27/07/2020, 21:22
—Oh, cielos…
A la entrada de la Aldea vieron a una mujer pelirroja y manca, que fumaba de una pipa. Los recibió con mirada pasmada. Sagisō Komachi había mandado a su hija a una misión rango C donde supuestamente tenía que averiguar quiénes habían atacado unos huertos, y detenerlos. Y por supuesto que estaba preocupada, aunque sabía lo fuerte que era Ranko, no podía evitar imaginar lo peor cada que se separaba de ella. Y la visión que tuvo del grupo no le calmó.
Su hija cargaba a una chica en brazos. Su compañero cargaba a otra, mutilada. Y la jōnin que les guiaba llevaba a rastras a una mujer con un brazo metálico.
—No… No es lo que esperaba de esta misión. ¿Qué pasó?
—Hubo… complicaciones. Aquellos ataques eran solo la superficie. Podrá leerlo en el reporte, Komachi-dono. ¡Pero Ranko está bien! Es en realidad una fuerte guerrera, junto con Yota-kun. Ambos se lucieron, pero… —Le echó una mirada a su equipo. El aire de victoria era más de pesar —. Hay algunas cosas de las que tenemos que encargarnos antes de dejar esta misión.
—Entiendo. Buen trabajo, chicos. Hana-dono, Yota-kun. Gracias por cuidar de mi Ranko. —Inclinó su cabeza respetuosamente ante maestra y alumno.
—M-madre… no es… No es necesario… ¿Llevas esperando aquí todo este tiempo? —comentó un tanto avergonzada la de la trenza.
—No. Sólo… Sólo un par de horas. —La culpa de quien dice una mentirilla apareció en el rostro de la pelirroja.
—Una última parada, Ranko-chan, Yota-kun. Hay que entregar a esta mujer, pero preferiría que la chica recibiera atención médica lo antes posible. ¿Podrían llevarla, y a Taeko-chan, por supuesto, al hospital?
En cuanto la pelirrosa comenzó a llevarse a Ririki, ésta comenzó a agitarse de nuevo, forcejeaba para no perder de vista a la chica, aunque no podría resistirse al empuje de Sora. Sería, muy probablemente, la última vez que viese a su muñeca.
—Madre. Nos veremos en casa, ¿está bien? —Komachi percibió el tono triste en la voz de su hija y asintió. Luego, la de la trenza le hizo un gesto con la cabeza a Yota para que ambos siguieran.
A la entrada de la Aldea vieron a una mujer pelirroja y manca, que fumaba de una pipa. Los recibió con mirada pasmada. Sagisō Komachi había mandado a su hija a una misión rango C donde supuestamente tenía que averiguar quiénes habían atacado unos huertos, y detenerlos. Y por supuesto que estaba preocupada, aunque sabía lo fuerte que era Ranko, no podía evitar imaginar lo peor cada que se separaba de ella. Y la visión que tuvo del grupo no le calmó.
Su hija cargaba a una chica en brazos. Su compañero cargaba a otra, mutilada. Y la jōnin que les guiaba llevaba a rastras a una mujer con un brazo metálico.
—No… No es lo que esperaba de esta misión. ¿Qué pasó?
—Hubo… complicaciones. Aquellos ataques eran solo la superficie. Podrá leerlo en el reporte, Komachi-dono. ¡Pero Ranko está bien! Es en realidad una fuerte guerrera, junto con Yota-kun. Ambos se lucieron, pero… —Le echó una mirada a su equipo. El aire de victoria era más de pesar —. Hay algunas cosas de las que tenemos que encargarnos antes de dejar esta misión.
—Entiendo. Buen trabajo, chicos. Hana-dono, Yota-kun. Gracias por cuidar de mi Ranko. —Inclinó su cabeza respetuosamente ante maestra y alumno.
—M-madre… no es… No es necesario… ¿Llevas esperando aquí todo este tiempo? —comentó un tanto avergonzada la de la trenza.
—No. Sólo… Sólo un par de horas. —La culpa de quien dice una mentirilla apareció en el rostro de la pelirroja.
—Una última parada, Ranko-chan, Yota-kun. Hay que entregar a esta mujer, pero preferiría que la chica recibiera atención médica lo antes posible. ¿Podrían llevarla, y a Taeko-chan, por supuesto, al hospital?
En cuanto la pelirrosa comenzó a llevarse a Ririki, ésta comenzó a agitarse de nuevo, forcejeaba para no perder de vista a la chica, aunque no podría resistirse al empuje de Sora. Sería, muy probablemente, la última vez que viese a su muñeca.
—Madre. Nos veremos en casa, ¿está bien? —Komachi percibió el tono triste en la voz de su hija y asintió. Luego, la de la trenza le hizo un gesto con la cabeza a Yota para que ambos siguieran.
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