8/01/2016, 00:13
Los hombros de la Uzukage bajaron un poco en un claro signo de relajación, así como entrecerró un poco sus ojos purpuras y su sonrisa iba ganando terreno. La respuesta había gustado, desde luego.
-Así sea pues. Espero que no tengamos que lamentar nada y hagas exactamente lo que has dicho en este mismo momento. Ya verás como ambos nos beneficiaremos de nuestra colaboración, así como los demás ciudadanos y ninjas de Uzushiogakure- explicaba la Uzumaki a medida que se iba reincorporando para recuperar la verticalidad -Ya va siendo hora de que veas con tus propios ojos tu nuevo hogar ¿Te vienes conmigo?-
Obviamente aquello era lo más similar a una pregunta retórica. Claramente esperaba una replica afirmativa siendo aquel el primer pequeño gran paso hacia un gran futuro en Uzushiogakure, la aldea oculta del remolino.
-Ah.. por cierto, no me llames Uzukage, a nadie le gusta que le llamen por su cargo. Mi nombre es Uzumaki Shiona, puedes llamarme Shiona-
Puso su delicada mano diestra sobre la espalda de la muchacha, justo donde terminaba la nuca.
-Vamos, no perdamos tiempo, Mitsuki-
Le dedicó una última sonrisa antes de dar el primer paso y volver a colocar sus manos, nuevamente entrelazadas en su espalda, donde terminaba su larga melena rojiza. Se pusieron a caminar cruzando el pequeño enjambre de arboles y arbustos que las separaba de la nueva urbe de la niña del Byakugan hasta que por fin llegaron. Los guardias hicieron un saludo al paso de Shiona y Mitsuki y pronto aquella muchacha se vería embriagada por el colorido de los distintos edificios del lugar. Aunque distintos, todos se caracterizaban por aquellos tejados enrojecidos mientars que en las calles predominaba el mismo tipo de árbol, el cerezo.
-Este será tu nuevo hogar Mitsuki, ¿Te gusta?-
-Así sea pues. Espero que no tengamos que lamentar nada y hagas exactamente lo que has dicho en este mismo momento. Ya verás como ambos nos beneficiaremos de nuestra colaboración, así como los demás ciudadanos y ninjas de Uzushiogakure- explicaba la Uzumaki a medida que se iba reincorporando para recuperar la verticalidad -Ya va siendo hora de que veas con tus propios ojos tu nuevo hogar ¿Te vienes conmigo?-
Obviamente aquello era lo más similar a una pregunta retórica. Claramente esperaba una replica afirmativa siendo aquel el primer pequeño gran paso hacia un gran futuro en Uzushiogakure, la aldea oculta del remolino.
-Ah.. por cierto, no me llames Uzukage, a nadie le gusta que le llamen por su cargo. Mi nombre es Uzumaki Shiona, puedes llamarme Shiona-
Puso su delicada mano diestra sobre la espalda de la muchacha, justo donde terminaba la nuca.
-Vamos, no perdamos tiempo, Mitsuki-
Le dedicó una última sonrisa antes de dar el primer paso y volver a colocar sus manos, nuevamente entrelazadas en su espalda, donde terminaba su larga melena rojiza. Se pusieron a caminar cruzando el pequeño enjambre de arboles y arbustos que las separaba de la nueva urbe de la niña del Byakugan hasta que por fin llegaron. Los guardias hicieron un saludo al paso de Shiona y Mitsuki y pronto aquella muchacha se vería embriagada por el colorido de los distintos edificios del lugar. Aunque distintos, todos se caracterizaban por aquellos tejados enrojecidos mientars que en las calles predominaba el mismo tipo de árbol, el cerezo.
-Este será tu nuevo hogar Mitsuki, ¿Te gusta?-
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