17/08/2020, 05:21
—¿Sagisō-chan?
Ranko se detuvo y se irguió. Por supuesto que reconocía esa voz, y al darse vuelta lo hizo con una sonrisa de alivio.
—¿Daigo-san?
Sabía que el boxeador al menos había sobrevivido, pues su hermana y su padre lo habían encontrado inconsciente junto con Rōga, al cuidado de un médico. Al parecer, según lo que Kuumi escuchó, Tsukisame Takumi, el marionetista Uzujin, había sacado a Daigo del estadio antes de que se lanzara entre las ruinas a intentar rescatar gente. Pero Ranko no había visto al peliverde desde su comilona junto con Etsu y Akane.
"Esos son dos rostros que tampoco he visto aún…"
La kunoichi dio un par de pasos hacia la puerta, pues Daigo se había detenido en el umbral.
—Daigo-san… —Si su amigo se lo permitía, Ranko se le acercaría más para abrazarlo con fuerza. Honestamente, había temido por él, tal como había temido por todos sus amigos, y le aliviaba bastante el verlo allí, de pie, listo para entrenar como ella —. No sabes cómo me alegra verte.
Se separaría de él con una cálida sonrisa en su rostro, aunque no tardaría en darse cuenta de su impulso, y, ligeramente sonrojada, se disculparía con una reverencia.
—L-lo siento. Kuu-chan m-me dijo que se topó contigo, p-pero un doctor veía a por ti. S-se la ha pasado lamentándose no haberte llevado a salvo… —Soltaría una breve risita, antes de darle espacio al boxeador para que entrara a la estancia —. ¿Estás…? ¿Cómo…? ¿Cómo estás?
Sin querer, Ranko se tallaría el brazo, tal vez de los nervios. Había algo sobre Daigo que le hacía ruido en la parte trasera de su memoria, pero no podía ubicarlo aún. ¿Era algo que tenía que preguntarle?
Ranko se detuvo y se irguió. Por supuesto que reconocía esa voz, y al darse vuelta lo hizo con una sonrisa de alivio.
—¿Daigo-san?
Sabía que el boxeador al menos había sobrevivido, pues su hermana y su padre lo habían encontrado inconsciente junto con Rōga, al cuidado de un médico. Al parecer, según lo que Kuumi escuchó, Tsukisame Takumi, el marionetista Uzujin, había sacado a Daigo del estadio antes de que se lanzara entre las ruinas a intentar rescatar gente. Pero Ranko no había visto al peliverde desde su comilona junto con Etsu y Akane.
"Esos son dos rostros que tampoco he visto aún…"
La kunoichi dio un par de pasos hacia la puerta, pues Daigo se había detenido en el umbral.
—Daigo-san… —Si su amigo se lo permitía, Ranko se le acercaría más para abrazarlo con fuerza. Honestamente, había temido por él, tal como había temido por todos sus amigos, y le aliviaba bastante el verlo allí, de pie, listo para entrenar como ella —. No sabes cómo me alegra verte.
Se separaría de él con una cálida sonrisa en su rostro, aunque no tardaría en darse cuenta de su impulso, y, ligeramente sonrojada, se disculparía con una reverencia.
—L-lo siento. Kuu-chan m-me dijo que se topó contigo, p-pero un doctor veía a por ti. S-se la ha pasado lamentándose no haberte llevado a salvo… —Soltaría una breve risita, antes de darle espacio al boxeador para que entrara a la estancia —. ¿Estás…? ¿Cómo…? ¿Cómo estás?
Sin querer, Ranko se tallaría el brazo, tal vez de los nervios. Había algo sobre Daigo que le hacía ruido en la parte trasera de su memoria, pero no podía ubicarlo aún. ¿Era algo que tenía que preguntarle?
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