22/08/2020, 16:58
La reacción de Daigo le dio a entender que también se las había visto negras en el estadio. Una parte de Ranko quería recriminarle lo que Kuumi le había contado: según Takumi, Daigo había querido lanzarse a los escombros para salvar más gente. La de la trenza quería regañarle por ponerse en riesgo así, pero a la vez entendía el llamado del deber que del peliverde debió haber sentido.
”Pero lo hiciste, Ranko. Salvaste dos vidas ese día. No tienes derecho a sentirte mal al respecto” se dijo.
Asintió, extra sonriente.
—S-sí, es lo que importa —Ranko se llevó las manos a la cadera y se estiró levemente hacia atrás. Luego lanzó los brazos un poco a los costados, como si mostrara su humilde casa a un invitado, aunque fue para recalcar algo obvio —. Imagino que Daigo-san quiere activarse con algo de entrenamiento. ¡S-sus puños deben estar ansiosos!
Ranko rió. ¿Desde cuando era tan confiada y bromista? ¿Su experiencia en el Valle había fortalecido su voluntad? ¿Le había hecho tomar una decisión absoluta sobre quién era? No estaba segura, pero le gustaba. Le gustaba encontrarse tartamudeando cada vez menos.
Se llevó los puños a la cadera, como si posara, y miró al rostro de Daigo, esperando respuesta. Y entonces le golpeó como una bola de nieve sorpresa en la nuca. Su sonrisa se convirtió lentamente en una expresión seria, y culminó con un ceño levemente fruncido y ojos inquisitivos. Ya lo recordaba. Ya recordaba el rostro de Tsukiyama Daigo en un papel de “Se busca” en el País del Viento. Recordaba la reacción de Kazuma, intentando ocultar que lo conocían para no entorpecer la misión. Pero Ranko no pudo ocultarlo: mencionó que era su amigo. Porque lo era, ¿no? ¿Entonces por qué se le buscaba? ¿Era un criminal o un shinobi de Kusagakure? ¿Era un guerrero honorable o había caído en desgracia?
¿Era acaso el inicio de la historia de un villano? El corazón de Ranko se aceleró como si se enfrentara a una amenaza, pero no dijo nada más. Sólo miró fijamente a los azules orbes del boxeador. Su cambio de humor era más que evidente.
”Pero lo hiciste, Ranko. Salvaste dos vidas ese día. No tienes derecho a sentirte mal al respecto” se dijo.
Asintió, extra sonriente.
—S-sí, es lo que importa —Ranko se llevó las manos a la cadera y se estiró levemente hacia atrás. Luego lanzó los brazos un poco a los costados, como si mostrara su humilde casa a un invitado, aunque fue para recalcar algo obvio —. Imagino que Daigo-san quiere activarse con algo de entrenamiento. ¡S-sus puños deben estar ansiosos!
Ranko rió. ¿Desde cuando era tan confiada y bromista? ¿Su experiencia en el Valle había fortalecido su voluntad? ¿Le había hecho tomar una decisión absoluta sobre quién era? No estaba segura, pero le gustaba. Le gustaba encontrarse tartamudeando cada vez menos.
Se llevó los puños a la cadera, como si posara, y miró al rostro de Daigo, esperando respuesta. Y entonces le golpeó como una bola de nieve sorpresa en la nuca. Su sonrisa se convirtió lentamente en una expresión seria, y culminó con un ceño levemente fruncido y ojos inquisitivos. Ya lo recordaba. Ya recordaba el rostro de Tsukiyama Daigo en un papel de “Se busca” en el País del Viento. Recordaba la reacción de Kazuma, intentando ocultar que lo conocían para no entorpecer la misión. Pero Ranko no pudo ocultarlo: mencionó que era su amigo. Porque lo era, ¿no? ¿Entonces por qué se le buscaba? ¿Era un criminal o un shinobi de Kusagakure? ¿Era un guerrero honorable o había caído en desgracia?
¿Era acaso el inicio de la historia de un villano? El corazón de Ranko se aceleró como si se enfrentara a una amenaza, pero no dijo nada más. Sólo miró fijamente a los azules orbes del boxeador. Su cambio de humor era más que evidente.
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