23/08/2020, 18:41
—No.
Daigo se dio cuenta al momento del cambio en el semblante de Ranko. Y ella no tenía razón alguna para mentirle del porqué. El peliverde ya estaba preparado para comenzar, pero Ranko seguía con los puños en la cadera.
—Hay… Hay algo que no está bien, Daigo-san. Creo. Hace meses Kazuma-san y yo fuimos a una misión a-al País del Viento. Nuestro cliente… E-en cierto momento nuestro cliente dudó de nosotros porque… Bueno… —Ranko rompió su postura para tallarse el brazo derecho con la mano izquierda, y su mirada cayó a los pies de Daigo —. Él nos mostró un papel con el rostro de Daigo-san. Un cartel de “Se busca”. N-no digo que Daigo-san sea un criminal de bu-buenas a primeras, pero…
Ranko alzó las manos, agitándolas un poco como intentando espantar la idea de una acusación. Luego las bajó, un poco temerosa de lo que pudiese decirle su amigo. Sus orbes miel se fijaron sobre los orbes azules de su compañero.
—Quisiera saber si Daigo-san hizo… Quisiera… No quisiera que Daigo-san fuese un maleante, ¿sabes? Quisiera, si está bien, saber… ¿qué pasó?
Lo dejaría así. Una pregunta y ya. Si el boxeador decidía contestarla y explicarse, muy bien, arreglarían todo y Ranko se quitaría un peso de encima. Si se negaba, Ranko aceptaría eso y retrocedería para ponerse en guardia. Y sus patadas serían más serias.
Daigo se dio cuenta al momento del cambio en el semblante de Ranko. Y ella no tenía razón alguna para mentirle del porqué. El peliverde ya estaba preparado para comenzar, pero Ranko seguía con los puños en la cadera.
—Hay… Hay algo que no está bien, Daigo-san. Creo. Hace meses Kazuma-san y yo fuimos a una misión a-al País del Viento. Nuestro cliente… E-en cierto momento nuestro cliente dudó de nosotros porque… Bueno… —Ranko rompió su postura para tallarse el brazo derecho con la mano izquierda, y su mirada cayó a los pies de Daigo —. Él nos mostró un papel con el rostro de Daigo-san. Un cartel de “Se busca”. N-no digo que Daigo-san sea un criminal de bu-buenas a primeras, pero…
Ranko alzó las manos, agitándolas un poco como intentando espantar la idea de una acusación. Luego las bajó, un poco temerosa de lo que pudiese decirle su amigo. Sus orbes miel se fijaron sobre los orbes azules de su compañero.
—Quisiera saber si Daigo-san hizo… Quisiera… No quisiera que Daigo-san fuese un maleante, ¿sabes? Quisiera, si está bien, saber… ¿qué pasó?
Lo dejaría así. Una pregunta y ya. Si el boxeador decidía contestarla y explicarse, muy bien, arreglarían todo y Ranko se quitaría un peso de encima. Si se negaba, Ranko aceptaría eso y retrocedería para ponerse en guardia. Y sus patadas serían más serias.
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